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Pouso: "En el Mirandés, Lasheras y yo éramos Dios y el Espíritu Santo"


Carlos Pouso es una persona que habla sin aristas, a calzón quitado y con el sentimiento que aún le liga al Mirandés, donde no le renovaron el pasado junio y ahora se despeña en Segunda: "No sé si se están haciendo las cosas con la ternura que se hacían antes, se está perdiendo el club familiar". El técnico vizcaíno no oculta que hubo "unos años en el que había estabilidad, y Carlos Lasheras y yo éramos Dios y el Espíritu Santo". 

 
"Me da mucha pena que lo que se ha hecho con tanto cariño en tantos años. Este equipo hace ocho bajó a Regional y con mucho sentido común fue ascendiendo y hoy, aunque no lo sigo, sí que noto cosas raras", añade Pouso, que analiza desde fuera a un Mirandés que trata de mantener el tipo en la categoría de plata, relevando en marcha al inquilino de su banquillo: "Ahora se percibe una desconfianza en los jugadores, en el cuadro técnico y es una pena". Para Pouso esta espiral se iba cimentando ya en sus últimos meses en el club rojillo: "El equipo ya el año pasado perdió un poco las señas de identidad, sufrí mucho". Desvela que le ha sorprendido "mucho" el cese fulminante de Gonzalo Arconada, sustituido por Carlos Terrazas. "No es normal que se entere antes un hostelero del cese que el propio Arconada".   
Pouso, ya recuperado de su operación de menisco, peina el marcado en busca de acomodo. No le molestaría bajar un peldaño: "Sin problema, aunque sinceramente sí me gustaría un Segunda B con aspiraciones que no las esté cumpliendo, no que esté en descens,o como me ocurrió en el Guijuelo. Para Segunda A hay mil entrenadores...", deslizó en la tertulia de Onda Vasca.
El técnico portugalujo, con pasado en Arenas, Cultural, Sestao River, Eibar y Guijuelo, relata su manera de entender el fútbol: "Siempre he sido hombre de proyectos, de mirar mucho el cariño, de decir: me gusta esto, meterme ahí como un loco. Nunca he entrenado un año para hacerlo bien y crecer al año siguiente, sino de implicarme y buscar mi camino". No obstante, reconoce que el mercado se estrecha, y está canino: "En estos momentos no estoy para elegir, me tiene que elegir a mí, los entrenadores dependemos de la parte contratante. No vamos donde queremos, sino donde nos quieren", zanja.

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