El Bilbao Athletic noqueó al Sestao River en su feudo (0-2) en un envite trabado, sin mucho lustre en el sentenció la mayor pegada de los cachorros, cabezazo de Unai Bilbao y puntilla de Sabin Merino tras cabalgada de 30 metros en el minuto 92. El equipo de Ziganda se reengancha a una zona noble que no abandona y el equipo verdinegro, que luchó lo indecible, se coloca en tierra de nadie a la espera de acontecimientos.
Los dos entrenadores, Viadero y Ziganda, intercambiaron impresiones el pasado lunes en una charla-coloquio auspiciada por el Comité de entrenadores vizcaínos y en la tarde del domingo se cruzaron de nuevo en la banda de Las Llanas para llevar a cabo su misión: formadores y gestores de plantilla. Como la vuelta de Jon Iru tras su lesión, que curiosamente había jugado en ambas escuadras. Lo cierto es que en el rectángulo de juego escaso fútbol, muchas caídas y balón detenido por parte local, con intermitencia de los cachorros. De hecho, las ocasiones claras fueron casi un oasis, aunque el balón merodeó constantemente las áreas. Minuto 24, Jurgi Oteo dribló a dos contrarios y erró en el disparo sólo ante Raúl Domínguez y el gol en el 40 sirviéndose el filial rojiblanco de una indecisión defensiva con salida en falso del arquero que cabeceó a la red Unai Bilbao. Ya en el segundo acto, acoso y derribo del River, más por golpe de riñón que por otra cosa y lances ofensivos protagonizados por Nacho Rodríguez y Riki, que no terminaron por poner la equis en el luminoso. Con el River lanzado y flaqueando ya las fuerzas, Sabin Merino, que actuó de 9, y que ya había cruzado un balón en el arranque del segundo acto, avanzó con el cuero cosido al pie con la fortuna de que Artabe resbalaba por la inercia de la carrera y en solitario ante Raúl remachaba el partido. Sumaba su gol 14. De paso rompía con el regusto de la última derrota ante el Real Unión. La grada de Las Llanas, a rebosar, muchos ilustres entre entrenadores, agentes, ex jugadores y directivos. Agirreoa, Aguirregomezkorta, Txirri, Anuzita, Atela, Jabo, Ibarrondo o Boluka tomaron buena nota de lo acontecido.