Teófilo: "Amigo de dios"; amante de los caballos Cita: "No se concibe a Alejandro Magno sin "Bucéfalo"; al Cid, sin "Babieca; ni puede haber Santiago en pie, Quijote sin "Rocinante", ni poeta sin "Pegaso"
(RUBEN DARÍO)
YA NO RECUERDO MUY BIEN, GUÍAME TÚ, pero, pregunto,... Buscamos en el mismo pueblo de Hacinas mesa y mantel para comer... Si lo hicimos, no hallamos mesa enmantelada. Debió de ser, entonces, este 'lleno hasta la bandera" de todo restaurante en el pueblo de la Romería de la Virgen de Santa Lucía el motivo de que estemos otra vez en la carretera, camino de dónde, hacia dónde vamos si lo sé, me lo dice el mapa que ahora miro, vamos hacia Hontoria del Pinar, allá donde dejamos los enseres de este viaje de tres días y dos noches.
El coche que nos lleva, de repente, se detiene cuando del camino hemos cubierto sus tres cuartas partes. Estamos en el asfalto, en la cuneta de esta carretera, desde la que, si no pinos, nada se divisa. No hay pueblo a nuestra vista, sí un letrero que nos llama la atención y que leemos: Navas del Pinar... No sé si por deseo o necesidad, pero el caso es que hacia Navas nos dirigimos, corta es la distancia, dos kilometros, y muchos son los pinos que vemos, tanto árbol igual, o semejante, todos juntos, nos impide pensar que el apellido de los pueblos no sea por directo parentesco. Hontoria y Navas, ambos 'del Pinar', dos hermanos a los que hay que sumar Aldea y Rabanera al otro lado de la carretera, pueblos que no vimos y quizás nunca veremos. Nos quedará siempre este mapa por el que nuestra imaginación viaja veloz sobre un bosque de pinos, Hontoria, Navas, Aldea y Rabanera. Pinar viene de pino.
El pueblo es seco, como seco es el día. El sol aprieta, no diremos, en clara exageración, que el galipó se derrite, pero sí que es tan alta la temperatura que buscamos la sombra que nos cobije. Sombra y alimento, pues se hace tarde, cualquier cosa nos serviría como comida, una ensalada que contenga lo esencial, un poco de embutido y algo de queso, de postre, un helado, no son deseos, es lo que nos han servido en un bar y ya estamos comiendo. Nos atienden una mujer y un hombre. De ella no conserva su nombre mi memoria. De él lo tengo todo: su pelo largo, digamos melena, recogido en una coleta, su tez morena, su espíritu aventurero (conoce La Gomera, y de ella el parque nacional de Garajonay) y su nombre, sobre todo su nombre, Teófilo, del griego, "el amigo de Dios", o "el que lo ama", o "el amado por Dios", palíndromo puede ser la definición de la palabra considerada, pues nadie es amigo de alguien que no ama, y nadie ama al que su amigo no es. Todo sea que ahora venga Dios, se me aparezca, y deshaga mi discurso, que me suelte aquella frase que su mensaje condensa: "Ama, incluso a tus enemigos"...
Con el nombre que sus padres le dieron, lo más propio, parece, es que este hombre campesino sea pastor, que tenga, de ovejas, un rebaño numeroso, para que, así, si de cien una se le extravía, pueda, dejando las otras noventa y nueve a su bola, salir en busca de la que se perdió. Si las tuviera (ovejas), y una se le perdiera y de seguido la hallara, sería presa él de una inmensa alegría, pues, en palabras de Dios, oveja es el ser humano, redil es, por tanto, la tierra con la humanidad, y el que se pierde es porque peca, y si es hallado y devuelto a los suyos, es porque hubo conciencia, arrepentimiento y vuelta a la casa del 'Padre' que no es otro sino el mismo Dios: ¡Oh, qué inmensa es la alegría en el Cielo!... Teófilo, a pesar del su nombre, no está al cuidado de un rebaño de ovejas. Tal vez le pusieran el hombre porque nació un 13 de Octubre, festividad del santo obispo de Antioquía , que habitó este mundo no mucho después de que Cristo muriera, "Padre de la Iglesia" considerado, para más señas. Teo, como se le llama en este pueblo, tiene a su cargo caballos, unos cuantos, los tiene pastando en el prado, al que luego de comer nos traslada en su coche todoterreno.
Son caballos mansos, de montar, negocio de la familia son los "Paseos a caballo" por estos parajes que él nos va mostrando mientras montamos con un estilo impropio de principiantes. Quién diría, viendo estas fotos, que yo me subo por primera vez a uno de estos animales. Ella no me aventaja en mucho, una vez creo que cabalgó... Teófilo, en cabeza, nos abre el camino, más correcto sería decir que es a ellos a los que se lo abre, a los caballos, que lo obedecen con una ciega fe, de esas a prueba sin llagas. Camina, caminamos; cabalga, y cabalgamos, un poco de trote, yo, detrás, ella, tercera, nunca al galope, sería peligroso, Superman se cayÓ y vivió en una silla de ruedas. La que por detrás me observa me halaga con frases elogiosas acerca de mi estilo al montar. Su caballo, empero, de manso y lento que es, ni obedece a Teófilo, parece 'el del malo' ese de las películas del Oeste...
Adiós, Hontoria del Pinar, nos diste lo que tenías, te dimos nuestro sudor. Quedamos en paz, porque tu agro, como alguien dijo, y dirá en un prólogo, que ya está escrito para cuando esto sea leído, "calma impaciencias y en su contemplación encontramos el rico tesoro de la paz interior".
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista, mendizale, narrador de viajes y periodista