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Tenis: El quinto set sin 'tie break' es un coñazo

Los tenistas Djokovic y Nadal se saludan tras la semifinal de Wimbledon 2018.
Toni Garzón Abad

Hace algunos años escribí a la Federación de Tenis una carta en los términos que expongo a continuación, y que hoy, después de haber presenciado y ¡padecido!, algunos de los partidos de la última edición de Wimbledon, lejos de echar marcha atrás, me reafirmo en mis trece.Bueno, la carta decía, más o menos, lo siguiente:

Estimados amigos/as,
ante todo felicitaros por la labor que realizáis por el bien de este increíble deporte, al que todos queremos, que es el tenis. Asistir, aunque únicamente sea como televidente, a uno de los partidos que actualmente se está disputando en Melbourne (era el mes de enero) es, no se me ocurre otra expresión, una gozada.

Pero, a pesar de esto, quisiera realizar una pequeña puntualización, o plantear una pequeña discusión, que me gustaría que ustedes trasladaran a los organismos y personas competentes para que le dieran una oportuna solución (que yo asimismo, modestia aparte, me atrevo a conjeturar).

Novak Djokovic levanta los brazos tras proclamarse campeón del torneo de Wimbledon 2018 ante Kevin Anderson.

El tema es el siguiente: en los partidos correspondientes a los torneos del Grand Slam (entonces Australia, hoy sólo Roland Garros y Wimbledon), el 5º set se ha decidido, excepcionalmente, que no se resuelva mediante el justísimo (al menos para mí, aunque esto ya sería otra discusión) recurso a la disputa de un tie-break, y que se continúe, en su lugar, jugando hasta que uno de los dos jugadores obtenga una ventaja de 2 juegos.

A la situación le (pr)opongo una serie de pegas o defectos:

1º. Si el tie-break es válido (y se supone que justo además) para resolver los empates a 6 juegos en el primer, en el segundo, en el tercer y en el cuarto set, ¿por qué no lo es también para el quinto set?

2º. Cuando el partido no se sabe cuándo va a acabar (al no haber tie-break este hecho resulta más evidente) y puede prolongarse, de hecho, sine die (recuerdo aquel interminable 72-70 que disputaron Isner y Mahut hace unos años en el mismo Wimbledon- por cierto en la ronda siguiente Isner perdió en tres sets contra un tal Thiemo de Baker), el partido pierde interés y los espectadores acaban tan agotados como los sufridos jugadores, ya que en cualquier espectáculo que se precie es fundamental que el espectador, que al fin y a la postre es quien paga y debería mandar, sepa CUÁNDO VA A ACABAR aquello para lo que ha abonado su entrada.

Rafa Nadal agradece el apoyo recibido por la grada del All England Club tras su partido con Djokovic en Wimbledon.

(Entre paréntesis, recordaría al respecto los lanzamientos de los cohetes al espacio. El lanzamiento se ejecuta después de una cuenta atrás: 3-2-1-¡0! y no después de una cuenta hacia delante que quién sabe cuándo va a terminar. Supongamos: 1-2-3-4-5- etc, etc… A la cuenta de 78, por ejemplo, me imagino que ya no quedaría nadie en las tribunas de Cabo Cañaveral.

O incluso, la misa. ¿Quién escucharía en una sin saber cuándo se va a terminar? Cuando se estuviera leyendo la 18ª lectura del Santo Evangelio según X, apuesto lo que fuera a que los banquitos del templo estarían más vacíos que la lavadora de una comunidad de nudistas. Y cierro paréntesis).

3º. Importantísimo: en esta situación sin tie-break el jugador que saca con igualdad en los juegos (imaginemos 7-7, 10-10, 14-14, etc.) tiene una GRAN VENTAJA psicológica respecto al jugador que sirve con desigualdad en los juegos (imaginemos 8-7, 11-10, 15-14, etc...).

Mientras que, en el primer caso, el jugador que saca puede perder su servicio y aún dispondría de otro juego para poder recuperarlo, recomponer la igualdad y evitar la derrota, en el segundo caso, el jugador que saca tiene “la soga al cuello” de forma permanente: claro, perder su servicio le supone, inexorablemente, perder el partido.

Rafa Nadal ante Sela.

Y este desgaste mental (se entiende, el tener tantas veces la “soga al cuello”) se incrementa según los juegos y el partido vayan alargándose.

Sólo trairía a la memoria aquel largísimo quinto set en la final de Winbledom entre Federer y Roddick que terminó a favor del tenista suizo 16-14. Sinceramente creo que para Roddick estar sirviendo siempre perdiendo, en situación de desventaja 15-14, 14-13, 13-12, 12-11, 11-10. etc. debió suponerle una añadida y, a lo que voy, injusta, porque nada ha hecho para sufrir tamaño castigo y, lo más importante, evitable “tortura”. Porque bastaría para ello con mantener el tie-break también para el quinto set.

Y pidiendo perdón por, quizás, tan larga digresión, y agradeciendo vuestra paciencia infinita recibid el más cordial de los saludos,

Toni Garzón
Un aficionado más

Sólo un par de días después me llamaron desde la Federación y, aún reconociéndome que tenía razón en mis argumentos, me aclaraban que poco podían hacer, ya que esa era una decisión que defendían los grandes popes del Circuito; o sea, los Federer, Nadal, Murray, Djokovic, etc... Así, que los demás debíamos callar.

Bueno, y he callado hasta hoy, porque ahora espero que después de las SF del Wimbledon de este año, donde el absurdo del no querer jugar un tie-break en el 5º set ha perjudicado, precisamente, a Federer (¡menudo turre para el suizo de 36 años meterse en un berenjenal de 11-13!), a Nadal y a Djokovic, ya que aunque éste ganara el partido qué agonía debió suponerle estar esperando, contando ovejas, a que acabara el interminable Ishner v. Anderson, para saltar a disputar su partido.

Roger Federer celebra su victoria ante Struff en Wimbledon.

Resumiendo, creo que en este mundo hay cosas que son difíciles y otras muy fáciles de arreglar. Ésta sobre la que estoy escribiendo pertenece, sin duda, a las segundas. Basta con jugar un tie-break en el 5º set para que todo sea más justo y normal. Y punto, pelota y partido.

Por cierto, Djokovic ganó la edición de este año contra Anderson que no sé si acusó el inmerecido cansancio, yo sí lo sufrí con un gran bostezo, el 11-13 del 5ª set en los Cuartos contra Federer o los 26-24 del 5ª en la SF contra Isner. Pero al final siempre ocurre lo mismo: el pato lo paga quien ha pagado la entrada: la final fue un coñazo.

Otra tarde hablaremos del Mundial y del VAR…

Por Toni Garzón Abad, director de cine, ensayista y creativo de publicidad  lavueltaylatuerca.blogspot.com

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