El mundo del ciclismo despidió al exciclista profesional vizcaíno Javier Otxoa, que falleció el viernes a los 43 años de edad tras no superar una enfermedad. La misa funeral se ofició este sábado en la localidad malagueña de Alhaurín de la Torre.
El entrenador y asistente de Javier Otxoa, Vicente Natividad, explicó, que la misa del deportista "ha sido un momento agradable porque ha venido mucha gente a despedirse para arropar a la familia". "Es muy bonito que la gente se acuerde de uno", destacó Natividad, quien reconoció que en estos momentos lo que la familia del deportista necesita es "el apoyo de la gente".
Natividad señaló que en la misa de Javier Otxoa estuvieron presentes "representantes de la Real Federación Española de Ciclismo, el director de La Vuelta Ciclista a España -Javier Guillén-, el presidente de la Federación Andaluza de Ciclismo -Manuel Rodríguez-", así como vecinos del municipio, donde estaba afincado el deportista, que han querido despedirlo.
Además, destacó la tristeza del día al ser la despedida de Otxoa y coincidir con el inicio de la Vuelta Ciclista España 2018, un evento deportivo que se desarrolla en la provincia de Málaga a pocos kilómetros de allí y que el próximo lunes pasará precisamente por Alhaurín de la Torre.
Valoró la presencia de vecinos, periodistas deportivos y representantes políticos locales que "han estado volcados con familiares y amigos, ofreciendo todo su apoyo" en esta despedida.
Tras conocerse este fallecimiento, también se ha decidido la cancelación de la Copa de España de Ciclismo Adaptado que lleva el nombre de Javier Otxoa y que se iba a disputar en Alhaurín de la Torre el próximo 2 de septiembre.
Hace poco más de un mes se cumplieron dieciocho años de una de las gestas más importantes que se recuerdan de su vida deportiva, su victoria en el Tour de Francia del 2000, en la cima del Hautacam, por delante de Lance Armstrong.
Unos meses más tarde, el 15 de febrero de 2001, sufrió un grave accidente al ser arrollado por un vehículo cuando entrenaba en Málaga junto a su hermano Ricardo, otra promesa del ciclismo español, que murió en el siniestro.
Las secuelas y su parálisis cerebral no le impidieron volver a subir a la bicicleta y completar un gran palmarés en el ciclismo adaptado, en el que consiguió cuatro medallas paralímpicas, dos en Atenas 2004 (un oro y una plata) y otras dos en Pekín 2008 (oro en contrarreloj y plata en fondo en carretera).
Javier Otxoa ya residía por temporadas en Alhaurín de la Torre con sus padres, pero fue a raíz del accidente cuando decidieron afincarse de forma definitiva en el municipio malagueño.