Luego de que el 'alma mater' del mejor Larramendi de la historia del club de Alonsotegi y este exfutbolista del Club Portugalete se despidieran tras departir en la explanada de la Iglesia de Trapagaran con lo más más exquisito de los planteles del 'Portu', en los que Marqueta se había hecho un hueco durante diez temporadas [1974-1984], empecé a caminar dirección La Florida para darle cobijo, descanso, reposo, tumbado en la habitación de la casa de los sueños, a un cuerpo, como el mío, tan dañado por el dolor, la tristeza y una nostalgia que se había puesto en marcha a pasos acelerados tras ser consciente, después de tres días de intenso duelo, de que Marqueta y yo no nos volveríamos a ver jamás.Juntos los dos, bidegorri abajo, buscando en la playa de Zierbena el "mar que es el morir", ascendiendo el Toloño hasta su cima y las mullidas campas de Ortada, y un delicioso menú del día en el 'Jatetxe Begotxu' de La Bastida. Atrás (en 2000), quedaban aquellos partidos dominicales en el patio del colegio de 'Los Hermanos' de Sestao, que, organizados por Atutxa, reunían a Lemona, Pelé, Lander Aiarza, Luis, otros tantos y, en especial, él, Quique, 'Facceti', o sea, Marqueta, el más grande. Esa 'suerte de Iribar' que el 'Portu' se guardaba para sí luego de la retirada del 'Profesor' del que Manuel Varela 'Pernas', 'El Capataz', se había servido para conseguir el primero de sus dos ascensos consecutivos; epopeya (recuperar la Preferente perdida) tras la cual, Enrique Marqueta Benito de Valle, 'Marqueta', se retiró del fútbol federado para seguir dando la talla en Sestao y su equipo de fútbol sala.
Tras la construcción del 'carril rojo', Trapagaran y Portugalete están más cerca que nunca. Alcanzar desde lo alto de La Florida, el valle, y desde la hondonada, el cerro Kanpazar es tarea liviana para ser gestionada caminando. Noche cerrada. ¡Y qué! Mejor, andar, soltar las piernas, acelerar, romper a sudar, sentirse futbolista que abandona el terreno de juego camino de la vieja caseta con maderos de rejillas, tres duchas con puertas de esas que se abren con el pecho y se cierran, por inercia, violentas, como las de salón del oeste peliculero donde se bebía whisky, se libraban peleas a puño desnudo y hasta una bala de plata, ¡mortal!, se liberaba del cañón del revólver del pistolero más rápido del condado, y, cómo olvidarlo, ese resumido retrete de 'relato' breve de fútbol en el que se cagaba a la turca.
El carismático central del 'Portu' nos dejaba el 4 de octubre de 2017
Carretera abajo. Acera arriba dejando a la derecha el antiguo y destartalado edificio de los bomberos. Ya arriba, bajo el puente, decidir entre lo corto y arriesgado, buscando en la rotonda atajo, o subir las escaleras para tomar el 'camino rojo' decenas de metros atrás. Subir, subí, de uno en uno, los peldaños que evitan cuesta. Mas ya arriba, en vez de buscar lo cómodo y seguro del bidegorri, me decidí, sin saber el cuándo y el porqué, por internarme en lo viejo de Urioste. Tal vez lo mío fuera un intento de llenarme de la luz de unos caseríos y del calor de unos cuerpos humanos que hablan en cuchicheo porque es de noche y no hay fiesta. San Bernabé y su cena de lechugas se celebran en verano, y otoño es, recién iniciado pero lo es. Debería pisar una alfombra cromática de hojas crujientes, pero es asfalto la vía, y la acera, baldosas y cemento.
No sé muy bien por dónde voy, cabeza gacha, como si el hacia dónde no me importara, como si adrede buscara lo intrincado del laberinto. Urioste es un bosque desencantado, derecha, izquierda, este y oeste, sur. He perdido el norte porque voy sin rumbo y siempre desemboco en el mismo recinto. Es de noche. Noche cerrada. Como una ligera angustia. Un inmenso desasosiego. Y ni el socorro de un sereno para abrirme la puerta de esta cárcel en la que me veo preso.
No estaba solo, sin embargo. A mis oídos, por la 'caracola' de los auriculares, la música y la voz de Van Morrison me llega como socorro o pérdida, como caricia o tormento. Es su canción, una de las últimas, al igual que "a la vejez, viruelas", a sus años, el 'Leon de Belfast' me regala la magia de su última maravilla: "Memory Lane", "El carril de la Memoria". Empieza, se desarrolla, se termina, y pulso de nuevo el youtube: "¿Alguien sabe dónde está el Carril de la Memoria?". Para qué preguntar cuando la respuesta no se espera. Noche descomunal. Enormidad. ¿Es que hay alguien más ahí? ¿Eres tú, Marqueta?
Nadie. No hay carril. No hay memoria. No hay respuesta. Sólo hay palabras en inglés y una melodía deliciosa que surgió de un corazón hambriento. Tres años mayor que él. Van Morrison y Marqueta. "In Himford Street". En La Florida. Cyprus Avenue. Madame George. Míster Marqueta. El ruido de unos zapatos claqueteando antes de subirse al tren. Los tacos de tus botas. "The loves to love the loves to love the loves to love. Your tears in secret". Saca tu pañuelo. Sécame las lágrimas. ¡Marqueta!
1984, La Florida:
Portugalete 2 - Gallarta 1 (ascenso a Preferente/ Marqueta cuelga las botas).
Alineación del 'Portu' (gentileza de Jero Arana. Goian bego): Ortega, Ángel, Marqueta, Aldai, Manzisidor, Jesús, Edu, Juanchu, Ciri, Luis y Calleja.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista