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Pantano del 'Tranco', remanso del Guadalquivir para un vizcaíno

Kuitxi Pérez

De mesa y mantel comeremos en un restaurante de Segura de cuyo nombre no puedo, en este momento, acordarme, o tal vez sí, 'La Mesa Segureña' aventuro. Reina un silencio inmediato, calla toda persona que lee, no hay replica, se me otorga la verdad, el mérito que conlleva haber acertado mientras se disfruta de la carta que fue el menú de aquel día. Buen yantar, comer opíparo, como diría Abundio, aunque sin llegar a las maneras de Pantagruel.

Comenzaba en nuestros estómagos el proceso de la digestión cuando a uno se le ocurrió: Y por qué no vamos a pasar la tarde a Hornos de Segura. En Hornos el pan es delicia, y a sus pies, el famoso 'Pantano del Tranco' son las aguas del río Guadalquivir, que se remansa al poco de su nacimiento.

Pensaba, también, lo que una empleada de la oficina de turismo del Parque le había dicho, antes de emprender el viaje, a mi compañera: "Hornos de Segura es precioso; os lo recomiendo". Peso más Segura, sin embargo, y no nos equivocamos en su elección. Me pregunto, remontándome a aquella tarde tan oscura y lluviosa, si en verdad acertamos al acercarnos a Hornos.

Lo digo porque, de no haberlo hecho, guardaríamos en nuestro deseo la imagen más hermosa. Al hacerlo, al llegar a Hornos antes de atravesar Cortijos Nuevos, se hizo añicos la ilusión de un descubrimiento prodigioso. Decepción. Decepción es la palabra. Y puede que para tal impresión tuviera muy buena parte de culpa la meteorología: lluvia, frescor, humedad, oscuridad, porque, siendo invierno, la tarde está cayendo.

El embalse del Tranco está situado en el Parque natural de las Sierras de Cazorla en Jaén.

Visitado el pueblo -la iglesia, cerrada-, comprado el pan -no era para tanto-, la invito a que descendamos hasta las orillas del 'Embalse del Tranco' que hemos divisado desde el mirador del 'Aguijón '. ¡La luz!... ¡La luz es lo que importa! Pero aquí, al contrario que al regreso del Yelmo, la senda no es una encrucijada, el camino no es un laberinto.

Es, no más, dejarse caer por un sendero de tierra que la lluvia, que mansa se desparrama del cielo, va empapando. Ruta corta. Ruta triste y tenebrosa: dos ríos  que van a la mar atravesando un bosque de olivos. Y al sentir mi vida río, y las aguas del embalse, mar, me acorde de Jorge Manrique, de las coplas a la muerte de su padre.

"Dicen que se ahogó Manuel / en el pantano del Tranco / aunque fueron a por el / veinte hombres y uno manco".

Llueve. El pantano es un mar muy triste, e impresiona. La luna, 'Ilargia', todas las noches sale para que nos acordemos del "altivo aceitunero" jienense que en vida fue Manuel Siles. "La fe que mueve montañas / la fe que todo lo ve / esta vez no pudo ser / no se consumó la hazaña".

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