Haciendo balance de las 28 ediciones anteriores, en la gala de entrega de los Goya no suele haber precisamente buen rollo. Ya sea porque se habla más de política que de cine, porque los ganadores no acuden, los perdedores no disimulan su cabreo, los presentadores se equivocan de sobre, el realizador pierde los papeles, roban estatuillas o porque los micrófonos desaparecen a mitad del discurso del vencedor, la cuestión es que no hay gala sin sobresalto que nos haga repetir esa frase de “esto en los Oscar no pasa”.
Para ir haciéndose al cuerpo de lo que nos puede deparar la gala de este sábado, hemos recopilado un puñado de patinazos, perlas sonadas y situaciones embarazosas de la historia de los Goya que dieron mucho que hablar en su día, incluso cuando no existía Youtube.
Vale, a veces puede pasar que algún nominado no vaya a la gala para ahorrarse la cara de alegría infinita cuando nombran a otro, lo que no es tan habitual es que el gran triunfador de la noche no se pase ni para dar las buenas noches. Fernando Fernán Gómez ganó en 1987 hasta tres goyas (mejor dirección y guión por El viaje a ninguna parte, e interpretación por Mambrú se fue a la guerra) y no se presentó en el cine Lope de Vega de Madrid, quizás porque, al ser la primera edición de los premios, ni se enteró de qué iba aquello( minuto 3:40). En 2005, los organizadores sí sabrían que José Rivera, autor del guión premiado de Diarios de Motocicleta, no iba a estar en la gala, sin embargo parece que nadie avisó a Antonio Gala, que tuvo que salir como pudo del envite dedicando la estatutilla a su familia, la del ganador ausente claro. Algo así debió pensar Fiorella Faltoyano un año más tarde cuando nombró a Carmelo Gómez como mejor actor de reparto y este no aparecía entre el público, ya que se estaba vistiendo para entregar otro premio minutos más tarde. Finalmente llegó apurado y posiblemente acordándose de quien tuvo tan poca fe en que pudiese llevarse el goya.
Tan sólo hay algo más bochornoso que perder un premio delante de toda España: perderlo y pensar por unos instantes que fue tuyo, y celebrarlo como tal, claro. Los autores de la canción de Los niños salvajes nunca han tenido tan cerca un Goya. Concretamente, los cinco metros que le faltaban para llegar al escenario y recogerlo antes que Carlos Santos les dijera que era un error, que el premio era para la canción de Blancanieves. La desilusión era tan sólo comparable a la de los andaluces que vieron las campanadas con Canal Sur.
Estamos todos de acuerdo en que la gala de los Goya se convierte en algo infinitamente aburrido a pesar de los esfuerzos de los presentadores por entretenernos, pero de ahí a robarles el momento de gloria a los premiados quitándoles el micrófono a mitad de una larga retahíla de agradecimientos, es de malas personas. Belén Rueda se puso seria y criticó la medida tras recoger su cabezón por Mar Adentro. Los micrófonos volvieron a ser objetos inanimados desde entonces.
El año pasado, la foto de la periodista cinematográfica Nuria Vidal se coló en el In Memorian de la gala en lugar de la sí fallecida periodista Beatrice Sartori. Podemos entender el susto que se llevó la pobre en su casa, así como todos los que la conocían.
Juan Antonio Bayona no tuvo otra ocurrencia que acudir a la gala de 2013 con su hermano casi idéntico y sentarlo a su lado. Y claro, el realizador no se aclaraba cuál de los dos era, por lo que terminó optando por un encuadre amplio en el que aparecían los dos a la vez, y ya pues que el espectador decidiera. Al final de la noche fue más fácil, ya que el Bayona responsable de Lo Imposible tuvo una rotura fibrilar…en su gemelo derecho.
Para que después digan que los Goya no tienen glamour. Allí estuvo, en 2011, Jimmy Jump, uno de los espontáneos revienta-eventos más aclamados del mundo. En 2012 fue el turno de los de Anonymous, que al parecer no sólo pueden hackear sistemas de seguridad virtuales, y el de El Muletilla, que quería grabar el primer western extemeño. Aún no hay noticias de esta producción.
Pedro Almodóvar y Carmen Maura protagonizaron el mayor culebrón de la historia de nuestro cine después del éxito rotundo de Mujeres al borde un ataque de nervios, alcanzando las cotas de mayor expectación en la gala de 1990, cuando Pedro, que entregaba un premio, le mostraba a Carmen, presentadora de la gala aquel año, un trozo del muro de Berlín que había traído como símbolo de la reconciliación. Carmen Maura, con la típica expresión de “tierra trágame” tuvo que darle dos besos a su director.
Menos dicharachero estuvo Almodóvar un año más tarde tras irse de vacío de la gala aun estando nominada Átame en 15 categorías. No volvería a ganar un goya hasta 2000 con Todo sobre mi Madre, pero la mala relación con la Academia ya era evidente, como se manifestó en la gala de 2002 con el fracaso de Hable con ella después de ganar un Oscar y un Globo de Oro. En 2004 ni si quiera estuvo presente para ver cómo La mala educación no conseguía ninguno de los cuatro premios a los que estaba nominada. De hecho, no volvería a una gala hasta 2010 recibido por el estruendoso aplauso del respetable.
A Antonia San Juan tampoco le sentó muy bien perder el goya a la mejor actriz revelación, precisamente por su interpretación en Todo sobre mi madre. Su mala fortuna fue que ese año era la encargada de presenta la gala, y claro, tuvo que aguantar el tirón y disimular (bastante mal, por cierto) la mala leche que tenía en el cuerpo.