El universo mágico de Harry Potter no se diferencia tanto del real. Entre otros muchos temas planteados, la servidumbre se plantea claramente en el caso de los elfos domésticos. Esta especie mágica cuenta con inteligencia y poderes, a veces superiores a los de los propios magos, pero a diferencia de estos, no gozan de los mismos derechos. No son ciudadanos libres, y a pesar de que no pueden ser comprados ni vendidos como los elfos esclavos, están vinculados de por vida a una familia a la que deben servir, respetar y guardar sus secretos. También carecen de derecho a tener varita, jornada laboral, salario justo, representación en el Ministerio, y hasta carecen de derecho a vestir ropa. En su lugar, deben cubrirse con trapos que tengan a mano, y tanto es así, que el acto de liberación consiste en que su amo le regale una prenda.
La mayoría de la sociedad mágica no ve que esta situación sea un problema, y Hermione, que lucha por esta causa, se lleva una decepción cuando incluso muchos de los propios elfos se niegan a rebelarse, pues no quieren su libertad. Y es que, como decía Rousseau, "hay gente a la que habría que obligarla a ser libre"
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