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Paul Thomas Anderson, el colmillo dorado

Ranas Magnolia

“Simplemente son cosas que pasan”. Esta frase de Magnolia parece querer hacernos ver que uno de los grandes propósitos del cine del americano Paul Thomas Anderson es contarnos que todo el ruido y humor que hay en sus películas es fruto de la mera casualidad o el sinsentido mismo. Anderson cuenta siempre muchas cosas pero, como en la vida, delira mucho en sus historias y lo hace sin miedo y permitiéndoselo. El estreno de Puro vicio, la semana pasada, ha supuesto el estreno de otra obra maestra de este director que bebe de cineastas como Martin Scorsese, Stanley Kubrick o Robert Altman, eso sí, con voz propia siempre. Los delirios, a principios de su carrera más psicológicos y ahora más psicodélicos, muestran una mentalidad tan nublada como rara.

“Quizá hayamos acabado con el pasado pero él no ha terminado con nosotros”. Con esta frase de Magnolia, el presentador televisivo Jimmy Gaitor sentenciaba su vida y la de todos los personajes que andaban por L.A en un solo día. Quizá esta, su película más compleja y que más ha dado de que hablar, hablaba de la perdición como un estado natural. El desorden y el caos como algo esencial en la vida. La vida moderna. Una vida en la que él que consigue lo que quiere decide deshacerse rápidamente de ello o peor aún, se engancha. Eso sí, nadie disfruta. El extraño humor de las películas de Paul Thomas Anderson habla de inconformismo, de traumas y heridas sin cerrar tras largo tiempo y de ambición, y todo ello en nombre de América.

“Tengo un amor en mi vida y eso me hace más fuerte de lo que pensaba, asique di “Ya basta” señor colchonero”. Barry, el protagonista de Embriagado de amor por la que Anderson ganó la mejor dirección el festival de Cannes, es un joven solitario encerrado en una vida monótona y solitaria. La sobreprotección que sufrió al ser el único hermano de 7 hermanas le hizo cerrarse en banda y ser incapaz de enamorarse. Esta es la película más minimalista de su director así como la más misteriosa. Muy vacía para unos y muy incompleta para otros, esta película habla probablemente de un amor que rara vez se ve en las películas: el amor extraño ¿y qué amor no lo es cierto? Thomas Anderson no quiere darnos una respuesta ni un mensaje ni un retrato como haría en sus próximas películas, aquí se centra únicamente en ver el estado de superación que sufre un personaje neurótico en uno enamorado. La interesante relación de conceptos, en esta película, es todo lo contrario a la visión tan trillada que ha hecho la comedia romántica en los últimos años dando como resultado una película que no se explica nada y que sin embargo le sienta bien.

¡Seré alguien importante, tu no lo sabes pero soy bueno, tengo cosas que desconoces!Boogie nights, la película que más dignamente ha bebido de la estética Scorsesiana, es una excéntrica visión del Estados unidos de los 70 (a los que Anderson volvería en Puro vicio) a través del inicio del genero pornográfico con un joven adolescente que al encontrar su sitio en el mundo se deja arrastrar por la clásica caída hacía el vicio. “El orgullo precede a la caída” -Eugene O'Neill. Esta cita, que aparece en el Infiltrados de Scorsese por cierto, que resume las dos horas y media de Boogie nights pero  también podría achacarse a cualquier personaje de la filmografía de Thomas Anderson. La visión de Dirk Diggler, un personaje pornográfico que logra la fama debido al gran tamaño de su pene, es la de otro ser humano que vendió su don y su talento a cambio de nada. Es la historia de uno más en el mundo del famoso y la tarea de Anderson es la de ponerle nombre, que por cierto, está basado en uno de sus primeros cortos. Es una de sus películas menos complejas pero de las más divertidas con un gran reparto coral puesto al servicio de un guión rítmico y un irónico humor negro.

“Olvida tus preocupaciones un rato, seguirán ahí cuando vuelvas”. La cienciología es una iglesia retratada en The master como una caza de seres humanos heridos  en base a los intereses de un solo hombre, es decir, la base de cualquier secta ¿Y en qué contexto se utiliza esto? Estados unidos, años 50. Los americanos vuelven de la guerra y en ese momento nace la palabra de un hombre culto, Lancaster Dodd, que encuentra a su perro guardián en Freddie Quell. Anderson, retrata aquí una pictórica y simbólica película sobre Estados unidos como un país enfermo y lleno de traumas, personalizado el país en forma humana como Quell. El alcoholismo y la neurosis de este personaje se hacen evidentes en los primeros minutos de esta inquietante película donde Anderson vive de su estética y ambiente para crear una anormal e impredecible historia donde nada es reconocible.  Y es que en esta película tan seria, que bebe del cine americano clásico combinado con el cine contemporáneo europeo, casi experimental,  Anderson logra una presentación donde la denuncia no hace frente a la trama, que casi parece documental.

¿Lo entiendes tu Eli? Me bebo tu batido. Sí, me lo bebo ¡Todos los días!” Las comparaciones con Kubrick que tanto se han repetido en la carrera de Anderson tuvieron su origen en Pozos de ambición, única película de Anderson en ganar un oscar, el de mejor actor para Daniel Day Lewis. Daniel Plainview es un hombre neurótico, estafador, solitario y sin escrúpulos y el enfoque de Anderson hacía su personaje es la de provocar en el espectador el rechazo absoluto hacía su protagonista. Las películas de Anderson, desde que dirigiera Magnolia, carecen de emoción y pasan a convertirse en un retrato de un único personaje protagonista (como es el caso de Embriagado de amor, The master, Puro vicio o la película que estoy comentando ahora) .Carecer de emoción no implica que su director ignore el estado de sus personajes, implica que la realización de sus historias, en concreto las mencionadas anteriormente, resultan frías e histrionistas, sobre todo en la caracterización de sus personajes. Pozos de ambición es un oscuro reflejo del ser humano donde todos los valores de Plainview desaparecen al verse corrompido por la ambición, algo que convierte a este personaje en un ciudadano Kane de nuestro tiempo.

¿Estas diciéndome que América es la madre de uno y que esta necesita ayuda?” Finalmente Anderson finalizó su trilogía sobre América con Puro vicio, película donde la sensación de estar emporrado no desaparece, es más, crece a medida que el metraje avanza. Y es que la narrativa de esta película parece experimental, en esta laberíntica película llena de personajes que van y vienen, algunos con más y otros con menos sentido, no es para nada convencional. Perderse es facilísimo ya que el delirio forma parte de la película y dejarse llevar difícil ya que la obsesión del espectador por entenderlo todo hará también hundirse el barco, sin embargo dejarse llevar sale más rentable con una película como Puro vicio. Película con una temática más relajada y gamberra que las últimas de Anderson pero con una estructura tan compleja como su cine en general.  Anderson bebe del cine negro americano para esta película pero con su inconfundible voz personal, como ha hecho en toda su carrera. Si le buscas sentido a esta película, probablemente acabes con un mareo tremendo, pero si te dejas llevar, sabrás seguirla y verás que sus dos horas y media son de lo mejor que has podido visionar en una sala de cine en mucho, mucho tiempo. Su atmósfera y su banda sonora le proporcionan una sensación de amor, terror y misterio pero nunca repartido, ya que la suma de estos tres actúa a la vez en las escenas de Puro vicio y le da una originalidad cinematográfica extraña y extrovertida, pero nunca  presuntuosa.

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