Cualquiera que haya trabajado o haya conocido a alguien que se dedica al ámbito creativo sabrá que las prisas no sientan bien a las ideas. La creatividad no se puede forzar, sino motivar. En literatura, por ejemplo, George R.R. Martin es conocido por su famoso ‘retraso’ con Vientos de Invierno. Sí, resulta exasperante para los fans pero si no ha sacado la novela todavía es porque, quizá, su ritmo creativo sea especialmente lento. En la ficción seriada las prisas se están convirtiendo en una constante, por lo que no es extraño que veamos mermada la calidad de nuestras series favoritas dentro de poco (si no lo hemos visto ya).
La ‘peak television’, o como se podría decir en castellano, ‘la burbuja televisiva’, no hace sino crecer exponencialmente cada año. El número de series producidas está alcanzado cotas inviables, tanto para las cadenas como para los espectadores. Pese a que la seriefilia se ha instalado en nuestro día a día y cada vez hay más adeptos, el número de series que se prevén para este 2017 es bastante más alto que el número de ficción que un espectador medio puede llegar a consumir.
Este dato es pura conjetura propia, y quizá me estoy aventurando a soltar cosas que no tienen ni pies ni cabeza, aunque si se piensa ¿cuántas serie tendría que ver una persona para ver tan solo la mitad de lo que se ofrece? Mi reflexión me ha llevado a la conclusión de que cada vez es más necesario que la ficción se tome un respiro de cuando en cuando.
Landrag, responsable de FX, dijo el otro día una frase que es aplicable en cualquier trabajo que implique cierto grado de creatividad. “¿Lo quieres ahora o lo quieres bien?”. Suena presuntuoso, sin embargo, os aseguro que a veces tienes que soltarla porque quien te está presionando no sabe el esfuerzo que supone crear algo de la nada. El proceso de creación funciona a ritmos irregulares y varía en cada persona. Series como Atlanta o American Crime Story van a saltarse este año; sus responsables tienen otros proyectos entre manos y prefieren dejarlas reposar en pos de realizar un trabajo con calidad. Louis C.K. siempre ha puesto por encima la calidad a la cantidad, y muchas son las voces críticas que echan por tierra su trabajo tan solo por conocerse a sí mismo y sus capacidades.
Como ejemplo a este soliloquio artículo, se me viene a la cabeza la segunda temporada de True Detective. A mí, personalmente, no me terminó de disgustar pero no parecía la misma serie. La profundidad de las tramas y el perfilado de personajes la hacían parecer otra. Tanto HBO como Pizzolato reconocieron su error. ¿Cuál fue? El tiempo. En unos meses Pizzolato hubo de repetir el mismo trabajo que le llevó años, lo que repercutió en un trabajo hecho a marchas forzadas.
Esto no solo se queda aquí. ¿Cuántas veces se ha dicho eso de ‘la primera y segunda temporada están bien, el resto flojea’? En algunas series el trabajo casi taylorista funciona, les sienta bien. La mesa de guion, su showrunner y la cadena están en sintonía y la calidad no se pierde por el camino. No obstante, a otras este sistema no les sirve. No hace falta ser un espectador experto ni especialmente avispado para darse cuenta. Ni tan siquiera es suficiente que su showrunner tenga las cosas claras. Esto se comprueba con muchas de las series en networks que en sus cuartas, quintas…temporadas ‘vuelven a la esencia de la primera’. ¿No sería mejor quedarnos ese año sin ver esa serie y verla el año después siendo la que realmente nos gusta?
No es de extrañar que las producciones más nominadas en los grandes premios sean aquellas que más tiempo se toman en volver. La mayoría son de cable o plataformas online, y pese a que el componente económico y de ‘libertad creativa’ que tienen frente a las networks es un factor influyente, también es fundamental que sus creadores trabajen a gusto.
Este año seis series se toman un respiro. Atlanta, American Crime Story, Westworld, Daredevil, Luke Cage y Jessica Jones. FX, HBO y Netflix. En el caso de las de Netflix, el motivo no solo es el tempo creativo, sino que Los Defensores están de camino. Podrían haber realizado las cuatro a la vez, pero ¿para qué tanta premura?
Como espectadora tengo la certeza de que me vale más esperar. Escribir ficción es un proceso que toma tiempo y que merece más elogios de los que recibe. Es sencillo quejarse de los guionistas, pero deberíamos mirarnos más hacia dentro y darnos cuenta de que somos los primeros en presionar y quejarnos. La ficción debería tomarse un respiro, por el bien de todos, pero más que nada por las historias que merecen la pena ser contadas.