Mi relación amor-odio con Ryan Murphy comienza a preocuparme seriamente. Siempre que estrena una serie recuerdo las pifias que llegó a hacer con Glee o American Horror Story. Esto me hace replantearme si veré la siguiente…y mi respuesta es, en prácticamente casi todas las ocasiones, un ‘voy a darle una oportunidad’. ¿Resultado? Ya estoy enganchada a Feud.
Feud escoge una premisa muy curiosa: grandes enfrentamientos personales entre diferentes celebridades. Su primera temporada se centra en Joan Crawford y Bette Davis, justo cuando ambas actrices enfilan el ocaso de su carrera. Por un lado Joan, recién viuda y prácticamente arruinada, no está dispuesta a aceptar que ya no le interesa a Hollywood, así que hará lo posible por volver a triunfar con una gran película.
Por el otro, Bette está entrando en una espiral de decadencia que podría terminar con su carrera, trabajando en papeles menores en Broadway. Llevada por la necesidad de decirle al mundo ‘sigo siendo una estrella’, Joan buscará la manera de adaptar la novela ¿Qué fue de Baby Jane?. Una vez la encuentre, su siguiente paso será convencer a Bette para que la co-protagonice con ella.
Entre medio de este conflicto, en Feud se unen más elementos que la hacen destacar. Uno de ellos es, indudablemente, el casting. Jessica Lange repite el papel que tan bien ha demostrado hacer. Su Joan Crawford se parece mucho a Fiona –American Horror Story: Coven- o Elsa –Freak Show-, es decir, una mujer que en su juventud lo tuvo todo y que ahora, conforme pasan los años, odia ver cómo se marchita. Su interpretación es más que correcta, quizá algo deslucida por ser similar a sus papeles más reconocidos en los últimos años.
En la otra cara de la moneda está Susan Sarandon. Sarandon da vida a una Bette Davis con múltiples facetas, calcando a la perfección el estilo errático y la manera de hablar de la estrella hollywoodiense. A la actriz, que siempre ha disfrutado con los papeles en los que podía dar vida a mujeres fuertes y con carácter, se le nota que se lo está pasando bien y eso se transmite. Es imposible no empatizar con Davis, incluso cuando sabe que lo está haciendo mal. Sarandon balancea muy bien la intensidad emocional del personaje, siendo bastante contenida cuando Davis es Davis y pasando al casi esperpento y la exageración cuando Davis está actuando.
Luego además está Alfred Molina como Robert Aldrich, el director de la película, o Stanley Tucci como el mítico Jack Warner. Ellos son la personificación del Hombre, Blanco, Heterosexual que controla la industria, y en sus actos y palabras se revela lo difícil que es el mundo del estrellato Hollywoodiense para las actrices que superan los cuarenta años.
Y es que sí, es el Hollywood del siglo pasado pero bien podría ser el actual. Esto justamente es lo que más me gusta de Feud. La serie retrata los años posteriores a la Guerra y el cine de su época con mucho acierto, metiendo al espectador de lleno en los entresijos de la industria. Al igual que Mad Men nos enseñaba cómo se forjó el ideal americano y la fuerza del trabajo capitalista, Feud hace lo propio pero dentro del mundillo del entretenimiento. Si gustas de ver cine muy ‘meta’, con Feud vas a disfrutar de ello como poco.
Divas del cine, dos titanes de la interpretación frente a frente –tanto dentro de la serie como fuera-, una ambientación que funciona por sí sola y tramas a lo made in Murphy. ¿Qué más le podemos pedir a Feud?