Si uno es de ese tipo de espectadores que se queda a ver los créditos finales de las películas, habrá notado una cosa en los trabajos de Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro. Que aparecen siempre en la sección de "Gracias" de los filmes del otro. Y esto es porque los tres directores, nacidos y criados en México, son buenos amigos en la vida real, y se apoyan personal y artísticamente en los proyectos. Tanto, que en Hollywood se les conoce como los Tres Amigos, denominación en honor a la película de 1986, dirigida por John Landis, donde Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short interpretan a tres estrellas del cine mudo que son confundidas con "verdaderos héroes" por un pequeño pueblo mexicano.
Y son ese ente desde que Del Toro ayudara a González Iñárritu a recortar 20 minutos a Amores perros (2000) o le produjera junto a Cuarón Biutiful (2010), o Cuarón aconsejera a Del Toro sobre lo que implicaba hacer un film de la saga Harry Potter (2001-2011) cuando éste ponderaba la idea de dirigir uno y le produjera El laberinto del Fauno (2006). Y eso sin contar los colaboradores compartidos, las múltiples nominaciones al Oscar y los consejos puntuales que se habrán intercambiado con el paso del tiempo.
Y ahora parece que el trío va a sumar un nuevo logro, ya que tras Cuarón (en 2014 con Gravity) y González Iñárritu (en 2015 con Birdman y 2016 con El renacido), Del Toro tiene todas las papeletas para ganar el Oscar al Mejor Director en unas semanas por La forma del agua. Ha ganado el Globo de Oro, el premio del Sindicato de Directores, el Bafta y un puñado de galardones más a lo largo de la temporada de premios, y eso -a no ser que haya sorpresa- suele implicar que el Oscar será suyo.