La noche grande de la televisión estadounidense por fin tuvo lugar. Anoche, mientras medio mundo dormía, en el teatro Nokia de Los Angeles se celebraba la septuagésima gala de los premios Emmy. Glamour, algún que otro momentazo y un espectáculo muy blanco son los tres adjetivos que resumirían el transcurrir de la gala. Desprovista de su habitual toque satírico, la gala de los Emmy 2018 pasará a ser recordada como una de las más planas y correctas. Sí, algunos momentos como el We solved it¸ le añadieron un poco de acidez, pero lo cierto es que en general, la gala fue muy suave.
En comparación con el año pasado, los Emmy han perdido show y han ganado formalidad. Esto podría no ser especialmente negativo si no fuera porque el público tiende a aburrirse con este tipo de eventos. Tal y como puntualiza mi compañero Adrián, a los Emmy le vendría bien pasarse a la privada. Quizá ahí sí que habría hueco para ser más incisivos e incluso más gamberros con el objetivo de obtener una ceremonia más dinámica.
A título personal, yo pondría al frente a Hannah Gadsby, quien en minuto y medio hizo gala de su particular estilo humorístico. Para entender cómo de poco mediática ha sido esta gala basta con ver la audiencia social. Lo más comentado en medios y redes sociales fue la propuesta de matrimonio en directo. Sí, fue llamativa y se salió del guion, pero dice mucho de cómo fue la noche que lo más comentado fuese un suceso de ese tipo.
Más allá de la gala, los Emmy 2018 fueron también muy conservadores en cuanto a la entrega de premios. A diferencia del año pasado, este año los ganadores se han producido como a la vieja usanza: Sota, Caballo y Rey. O lo que es lo mismo, Juego de Tronos, The Marvelous Mrs. Maisel y El asesinato de Gianni Versace.
En cuanto a la primera, lo cierto es que la competencia de en las categorías de drama solo generan interés en el apartado interpretativo. El premio a Juego de Tronos estaba claro desde que salió la nominación, y si había alguna rival de importancia esa era The Crown. The Americans, por algún motivo, nunca ha llegado a gustar a la Academia, así que estaba difícil que se llevase la estatuilla a pesar de haber entonado el canto del cisne.
En cuanto a las interpretaciones, la balanza se ha inclinado hacia Matthew Rhys, lo que ha supuesto una desventaja para Keri Russel. Era demasiado improbable que se lo llevasen ambos. Valorando el trabajo actoral, Rhys es el justo ganador de este año. A Westworld aun le queda recorrido, así que Ed Harris no tardará mucho en abrazar su premio.
Claire Foy, por su parte, cierra su etapa en The Crown con el premio que le faltaba en su estantería. En este caso, el nivel entre las actrices de drama da para sub-premios porque la calidad es fuera de serie. El mismo paralelismo ocurre en secundarios, donde Peter Dinklage se ha hecho con su tercer Emmy frente a una competencia no muy popular entre el público. En cambio, en actriz de reparto, se le diese a quien se le diese ese premio sería injusto para las demás. El baremo de la popularidad a la hora de premiar le ha sentado bastante mal a El Cuento de la Criada, que solo se llevó el obtenido por Samira Wiley por actriz invitada.
En comedia hubo más variedad cuando salieron las nominaciones, para sorpresa de muchos. Con la marcha de The Big Bang Theory y Modern Family de las grandes ligas, parecía que categoría se había vuelto más democrática. No obstante, y como los malos hábitos son difíciles de quitar, al final todo ha acabado en las manos de unos cuantos. Quizá el hecho de que sea The Marvelous Mrs. Maisiel quien lo ha ganado todo signifique que la comedia, tal y como se ha conocido estos años, necesite de una renovación. Esa renovación pasa por apostar por la serie de Sherman-Palladino, pero también por Atlanta y Glow. Me parece contradictorio que la Academia premie el estilo de una serie tan naïve y meta como Marvelous…, y después premien a Barry, que es un poco esa historia que ya conocemos.
Para cerrar este análisis de los Emmy, solo queda añadir que el acaparamiento de El asesinato de Gianni Versace es quizá lo más comprensible y coherente de los Emmy 2018. Sorprende que Godless se haya llevado dos estatuillas, aunque supongo que en el ámbito interpretativo es donde se encuentra lo más -y único- destacable de la serie de Netflix.