[Opinión] Capitana Marvel y el odio injustificado

El estreno de Capitana Marvel ha sido uno de los más polémicos e inciertos de la franquicia. Desde que se anunció su llegada, un sector reaccionario del público decidió que la película era susceptible de insultos que parecen sacados de una cueva, colocándole un sambenito de sandeces que han ido perjudicando la imagen de la heroína y de su protagonista, Brie Larson. La cosa ha ido a más, derivando en una campaña de desprestigio en los días previos a su estreno. Se ha dicho de todo y más a la mujer que la interpreta y su personaje, y nadie, absolutamente nadie, ha intentado algo para evitarlo.

Pero, ¿por qué está sucediendo esto? Primero de todo habría que puntualizar que quien odia a Capitana Marvel porque la considera ‘propaganda feminista’, no solo odia la odia a ella, nos odia a nosotras. A las mujeres. Y no hay justificación alguna a su comportamiento. Si actrices como Brie Larson usan su voz para pedir diversidad, es que están atacando a los hombres. Si se reivindica la necesidad de incluir el feminismo en el cine, y más aún en el de superhéroes, es que se quiere reventar la sociedad desde dentro. Si una mujer aparece en una película siendo quien salva el mundo, ¡agarraos que se vienen abajo los cimientos de Occidente!

Otro de mis argumentos favoritos con los que se ha intentado cimentar esta campaña de odio es el debate sobre la representación. La gran pregunta que se hacen es ¿por qué queréis referentes? ¡Si ya tenemos muchos! La princesa Leia, Sarah Connor, Ripley, Wonder Woman…que sí, que es un personaje femenino por dos o tres masculinos, pero eso es lo de menos. Que en un mundo con seis películas de Spider-man en quince años, Capitana Marvel sobre porque le quita espacio a una séptima. Ah, no, espera, que sí que habrá una séptima. Entonces…¿por qué no debería estar ahí? Solo ellos lo saben. O, mejor dicho, solo ellos encuentran la manera de justificar que Capitana Marvel no debería de existir.

Siendo honesta, se me escapa de mi comprensión cómo se le puede temer tanto a una película pensada para todos los públicos como para crear boycotts programados en distintos puntos del mundo. ¿Qué tiene Capitana Marvel que da tanto pavor? Me encantaría poder entender la mentalidad de aquellos que creen que el cine y sus historias les pertenecen.

Respecto a las críticas negativas previas a su estreno, no me sirven excusas baratas del tipo “es que mira lo que ha dicho Larson” –que, oh sorpresa, no es ni por asomo lo que se esfuerzan en decir que ha dicho porque la lees y alucinas con cómo se tergiversa todo-, o “es que Capitana Marvel es una película que a mí no me gusta y por eso se merece todas estas malas críticas” o cosas por el estilo. Capitana Marvel tiene derecho a ser una origin story tan floja o más que Doctor Extraño o Thor y que no se la critique con el argumento de que es una superheroína y que por eso falla.

Si nos vamos a poner exquisitos con las exigencias a Marvel, Iron Man no debería haber tenido una tercera parte, al igual que Thor se hubiera tenido que quedar en la primera. Nadie dudó en darle un voto de confianza a Tony Stark, sin embargo, a Carol Danvers se le tiene en tela de juicio incluso antes de su estreno. Capitana Marvel no solo tiene que gustar, ser ejemplar como película feminista, encajar en el Universo Marvel, sino que además tiene que ser tan buena o mejor como las veintiuna películas anteriores. Porque si Capitana Marvel hubiera fallado, no hubiera fallado el UCM, sino su protagonista, prueba irrefutable entonces de que el público no quiere superheroínas.

Ese argumento fácil, mezquino casi es el que se enarbola en los estudios para justificar la tan arraigada misoginia que existe en Hollywood. Que las mujeres no venden. Que nadie quiere verlas en pantalla. Ese pensamiento, esa idea ha crecido con tanta fuerza en ciertos sectores de Internet que ahora se ven animados y, lo que es peor, legitimados para reclamar los cómics y sus películas como propios. La culpa aquí la tiene Marvel, por no confiar, no tratar con la misma relevancia a sus personajes femeninos desde un principio, alimentando al monstruo durante una década sin posicionarse claramente y dando a entender que este ideario es cierto. La historia de Carol Danvers llega tarde en ese aspecto, incluso si llega en un buen momento.

Enlazando con esta idea de “pertenencia”, hay un aspecto que todavía me da más rabia en todo este asunto: la malinterpretación de lo que suponen los cómics. Las viñetas han sido desde siempre un medio que sirve para hacer crítica, para cuestionar la realidad y para atreverse a soñar, entre otras cosas. Desde sus inicios, Marvel ha usado a sus personajes para hacer metáforas de lo que ocurre en la sociedad y mostrar cómo existen seres extraordinarios en todas partes. X-men, por ejemplo, sirve de vehículo para ejemplificar cómo funciona el racismo o la homofobia en la sociedad. Pantera Negra, Spider-man, Capitán América… han sido protagonistas de múltiples fábulas modernas.

Por eso me causa risa e indignación a partes iguales cuando a Capitana Marvel se la acusa de ser una SJW. Es decir, una Social Justice Warrior, un término que se ha convertido en despectivo y que señala a aquellas personas que intentan luchar por un mundo mejor mediante el activismo de manera exacerbada y exagerada según sus detractores. Quien haya tenido alguna vez un cómic de superhéroes en las manos sabe que los superhéroes son SJW de manual. En su mayoría son vigilantes que se creen por encima de bien y el mal, dispuestos a luchar por lo que es justo incluso si no tienen a la ley de su parte. Casi todas las historias que hemos leído, e incluso visto, tocan temas políticos y Capitana Marvel no es la excepción.

Es un poco contradictorio que proclamen amor a Lobezno y se comporten como un Centinela.

Por suerte, a pesar del ruido que han generado, estos trolls de Internet son cada vez menos en números. Así lo ha demostrado el estreno de record que ha tenido la historia de Carol, haciéndose con la taquilla mundial en su primer fin de semana.

Ahora que ya está aquí, Capitana Marvel va a inspirar a decenas de niñas y niños para el futuro, por mucho que le pese a estos trolls. Me hubiese encantado poder tener a personajes como ella de pequeña, pero me hace feliz pensar que estoy viviendo una época donde veo nacer a futuros fans que compartirán mi amor por las viñetas y que querrán volar más alto, más rápido y más lejos que yo.  Estoy segura de que en un futuro se hablará de Carol, de Diana o de Rey con la misma admiración y cariño que hoy mencionamos a Ripley o Sarah Connor.