Crítica: The Interview

Seth Rogen y James Franco protagonizan una sátira política de pistolas cargadas contra el régimen totalitario de Kim Jong-un, actual dirigente de Corea del Norte y punto de mira de la política internacional tras sus recientes amenazas nucleares (y sólo hace falta ver el comienzo de The Interview para reparar en ello). Ambos actores echan más leña al fuego (si cabe) y construyen una película divertida, nada inocente y con la que está asegurada la más incómoda de las risas.

Y es que bien es cierto que, cuanto más bestia se vuelve James Franco, más interés se tiene en su figura como actor. Su papel, el de un egocéntrico presentador de televisión, le viene como anillo al dedo en este intento de Seth Rogen y Evan Goldberg por retratar el poder propagandístico de un régimen dictatorial donde toda la sociedad gira en torno a las ideas de su líder, único y absoluto. Un carismático presentador que es capaz de destripar los trapos sucios de cantantes y estrellas de Hollywood como de perpetrar la peor de las entrevistas al peor de los candidatos posibles.

Ambos protagonistas se encaran con una realidad política, social y económica para tratar de hurgar más en una herida que no se sabe bien si ha sido la campaña de marketing mejor orquestada de la Historia o el que podría haber servido como comienzo de una Tercera Guerra Mundial. Franco y Rogen desdibujan a un dictador, anticipan una revolución y animan a la masa adormecida a levantarse contra el opresor. Sin embargo, toda esta demostración de sátira, caricatura, parodia e hipérbole política no es más que un divertimento con muchas y peligrosas pretensiones con las que es inevitable no emitir una sonora carcajada.