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Opinión | ¿Es cine lo que hace Netflix?

La decisión de Steven Spielberg de llevar ante la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas el debate de si los productos de Netflix pueden competir en los Oscar, tras los 3 galardones de Roma y la más que segura presencia de The Irishman, de Martin Scorsese, en la terna del año que viene, ha vuelto a abrir la conversación sobre si lo que hace el gigante del streaming es cine o web-movies.

Cineastas como Spielberg o Christopher Nolan defienden la idea de que el cine es aquello que se proyecta en las pantallas y que conlleva con ello una experiencia que no se puede emular del todo en la casa de uno, menos aún si consume contenidos en móviles, tablets y portátiles en trenes, autobuses o salas de espera. Después están algunos como Cuarón, Guillermo del Toro, Ava DuVernay y un creciente etcétera de defensores de que el cine es todo aquello que sigue los parámetros clásicos de metraje y estructura, y que el estreno cinematográfico es solo una forma más de distribución equiparable al estreno en VOD, streaming o directamente en formato físico.

¿Dónde está la verdad? Es difícil decirlo, porque ambas partes cargan algo de verdad y además el debate en realidad va solo con lo que hace Netflix, que en esencia estrena el mínimo tiempo posible sus trabajos en salas para que sean elegibles para los premios, ya sea en EEUU o en España, como hizo con Roma o Fe de etarras. Con Amazon, que estrenó Manchester frente al mar durante meses y se llevó 2 Oscar por el camino, parecen no tener ese problema.

Lo que hace Netflix que resulta beneficioso es dar la libertad y el dinero suficiente para proyectos "suicidas" como Primero mataron a mi padre, Roma o The Irishman, que los estudios han rechazado porque no ven posible recuperar su inversión. Se puede decir en contra de Spielberg y Nolan que son unos privilegiados cuyos proyectos no se van a encontrar con la oposición de una empresa, ya que ofrecen lo que muchos quieren ver.

Después en medio está la interesante posición de alguien como Steven Soderbergh, que hace High Flying Bird para Netflix y exige que no se estrene en cines para ser elegible a premios, porque no la ha hecho para cines sino para que la gente la vea en sus pantallas personales. ¿Quién tiene razón? ¿Quién no? ¿Qué puede hacer la Academia ante las quejas? Se avecina un encendido debate, eso está claro.

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