En una extensa entrevista de Deadline, portal de noticias sobre la industria del entretenimiento, Woody Allen ha hablado sobre su serie para el servidor online de streaming Amazon. El pasado enero, se dio a conocer que dicho servidor había logrado el hito de fichar al legendario cineasta para hacer una comedia de media hora, una temporada entera sin necesidad hacer un episodio piloto y dejar que los usuarios “decidieran” su continuidad con visionados y comentarios, algo que Amazon suele hacer con el resto de sus series.
Se habló en su momento de diez entregas, y con su habitual sentido del humor, el oscarizado director declaró ya en su momento no tener ideas y que Roy Price, vicepresidente de Amazon Studios, se acabaría arrepintiendo. Cuatro meses después, parece que es el propio Allen el que se arrepiente.
A sus 79 años, el neoyorquino afirma en la entrevista que desearía no haber hecho tal trato con Amazon, que la presión y ansiedad que lleva sintiendo desde entonces está dificultando su trabajo. Como informó Planeta Desmarque, el cineasta planea dirigir su película anual este verano, así que surgían las dudas de cuándo haría esta serie.
En la entrevista, Allen deja entrever, aunque sin dar una fecha concreta, que rodará los episodios entre películas (¿otoño, invierno de 2015, primavera de 2016?) y que actualmente se encuentra escribiendo las seis entregas, de lo que dice textualmente que es “algo muy, muy difícil. Estoy haciéndolo lo mejor posible y me estoy ganando cada centavo de lo que me están pagando”. Ante todo, el hombre no quiere decepcionar ni ofrecer algo indigno a la gente de Amazon, que desde el principio le han tratado de la mejor forma posible.
Según el cineasta, Amazon le insistió durante un año o año y medio, prometiéndole libertad absoluta en argumento, tono, localizaciones o reparto; mejorando la oferta económica cada vez más, y llegando al punto de pedirle la orden mínima de episodios de una serie norteamericana (seis) y dejar que lo hiciera por su cuenta. Un proceso que recuerda irónicamente al que vive Louis C.K. con FX, donde C.K. rueda sus temporadas sin ningún tipo de intervención de la cadena, y envía los capítulos ya montados y sin posibilidad de retocar.
La ironía recae en que C.K. es rendido admirador de Allen. Su pasión pública por el cineasta llevó a que éste viera su trabajo y decidiera ofrecerle un papel en Blue Jasmine (Woody Alllen, 2013). Y es que cualquiera que haya visto Louie y conozca la obra del oscarizado guionista es capaz de apreciar los homenajes y el tono común que ambas sensibilidades artísticas tienen.
Una vez aceptó el trato, Allen se dio cuenta de que iba a ser más complicado de lo que esperaba. No le funcionó la idea de hacer una película en seis partes, ya que le cuesta mucho tener que cerrar una historia después de 30 minutos, según cuenta. Se podría pensar que el cineasta tiene la opción de abandonar el proyecto y ya está, vivir una existencia más relajada.
Pero Woody Allen es ante todo un profesional y nada desagradecido, así que está aprendiendo a adaptarse a esa estructura, sabiendo que tiene hasta finales de 2016 para entregar los seis episodios. También puede ser, como apunta el entrevistador, que esta ansiedad e inseguridad que siente sea la misma con la que afirma vivir siempre ante la expectativa de hacer el mejor trabajo posible. Algo a lo que el director responde que espera que así sea, pero que está la dificultad añadida de estar en una situación profesional que le es desconocida (escribir en formato seriado) cuando recordemos que tiene casi 80 años. Aunque conociendo su trayectoria como escritor y articulista, sabemos que es un maestro del relato corto.
Quizá la serie acabe cumpliendo el espíritu de su magnífico libro “Sin plumas” (1975) o su corto de homenaje a Nueva York Sounds from a town I love (2001), y esté compuesta de historias independientes. Sea como fuere, el año que viene tendremos “La serie de Woody Allen”, y no importará que su preproducción esté marcada por la angustia.
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