La segunda temporada de The Leftovers sigue la estela de la primera en cuanto a estructura de capítulos, cada uno centrado en unos personajes concretos. La acción va avanzando poco a poco mostrando diferentes aristas, diferentes perspectivas. A cambio, la acción se ralentiza, y aún en el tercer episodio no conocemos las reacciones tras ese impactante suceso que terminaba el piloto y que se repetía de nuevo en el segundo capítulo.
Misterios contínuos sin explicación
¿Podemos simplemente tomarnos la serie como una enorme metáfora filosófica? Partiendo de la base de lo inexplicable de su leitmotiv, nada parece guardar lógica, y en "Off Ramp" volvemos de nuevo a sentir esa extraña conexión espiritual de los personajes, que se abandonan a la irracionalidad, rotos y desechos.
En este caso, la acción se traslada al presente de los personajes de Laurie y Tom Garvey, madre e hijo que se unen en la labor de hundir desde dentro a la organización de los Culpables Remanentes. Tom comienza a infiltrarse en diferentes grupos con el fin de encontrar la duda en algunos de sus miembros, y convencerles de que pueden regresar a sus vidas anteriores. Laurie dirige un grupo de ayuda para que poco a poco puedan reinsertarse en la sociedad, en ese mundo que daban por perdido.
La fuerza de la trama vuelve a girar en torno al recuerdo persistente, a la fuerza arrolladora de la voluntad del grupo de los Remanentes por señalar que el mundo se ha acabado, y no dejar al resto de los mortales que olviden esta supuesta verdad para todos ellos. Laurie y Tom intentan luchar contra esta fuerza invisible, contra todo lo que supuso "la partida", aún cuando saben que es imposible recuperarse por completo tras lo que ocurrió.
Lo nuevo del capítulo es esa lucha contra lo que la propia Laurie fue, con esa novela que intenta publicar para que el mundo conozca la realidad detrás de la organización de los fumadores de blanco. Luchar contra esos valores nihilistas que a punto estuvieron de matar a su propia hija. Junto a su hijo Tom intentan volver a encauzar sus vidas, devolverles algún sentido al mundo. Mientras que Kevin intenta recuperar una normalidad que es incapaz de existir, ellos intentan ayudar a los que perdieron la esperanza. Pero todos luchan contra el mismo imposible: no se puede luchar contra las misteriosas fuerzas de la naturaleza, y la verdad siempre acaba encontrándote, aún cuando seamos incapaces de soportarla.
Al igual que con los dos primeros episodios de la segunda temporada -y con los de la primera-, The Leftovers es una serie difícil de analizar sin asumir su carácter simbólico, y que la fuerza de su puesta en escena parte de unos significados que trascienden su propia razón de ser.
A pesar de ello, sigue atrapando por su particular narrativa y su peculiar visión del ser humano, que se muestra como ser perdido en su propio mundo, atormentados por no "saber".
Este tercer episodio no avanza la trama principal pero adquiere poder por sí mismo. Puede que no todos los espectadores lo acepten, pero es la esencia de la serie. No trata de avanzar, o llegar a ningún puerto, sólo nos enfrenta distintos enfoques morales entre ellos, distintos modos de ver el mundo, y nos deja elegir que creemos que merece la pena. Si es que llegamos a tenerlo claro alguna vez.