Nos vamos acercando al cenit de esta segunda temporada de El Ministerio del Tiempo, una serie que parece no tener techo y que se supera capítulo tras capítulo. Quién lo diría antes de su llegada, pero gracias a ella podemos gritar cada semana: ¡Por fin es lunes!. Lunes de Ministerio. Y lunes de descubrir nuevos episodios de la historia de España que hasta entonces, jamás había sido tan fascinante.
Esta semana, como sucediera en el episodio piloto, el año donde gira todo será durante la guerra de la independencia contra los franceses en 1808, pero en esta ocasión no será para volver a salvar la vida de El Empecinado, si no para vérselas con el mismísimo Napoleón Bonaparte (interpretado por Fernando Cayo), quién tiene retenido en una Abadía de Tordesillas a el tatara-tatara abuelo del padre de nuestra democracia y héroe de la transición, Adolfo Suárez. De modo que deberán infiltrarse en este Monasterio del Tiempo.
María Manuela Roscón, abadesa titular del Convento de Tordesillas, quién según la historia parece que si mantuvo durante esos días una poderosa amistad con el emperador, fallece repentinamente por extrañas circunstancias, esto hace que los presos que allí se encontraban, entre los que se encuentra Rodolfo Sánchez, sean finalmente ejecutados y no perdonados por Napoleón a petición de la abadesa. Lo que provoca que la mismísima Angustias (la única que da el perfil en el Ministerio del Tiempo) tenga que ir en su primera misión y además, con el papel protagonista de la función.
Pero si todo esto de guerra de la independencia, presos condenados a muerte, y el todopoderoso Napoleón Bonaparte en el epicentro suena demasiado serio, nada mas lejos de la realidad, ya que nos encontramos ante el episodio más cómico, y genialmente llevado, de lo que llevamos del Ministerio del Tiempo, el cual algunos ya colocan en el top de los mejores de la serie.
Por un lado tenemos al bueno de Alonso, intentando adaptarse en sus días de permiso por mudanza a la nueva época en la que debe vivir a partir de ahora, y teniendo que lidiar con instrumentos tan infernales como una tostadora, o la tarjeta de crédito. Sin embargo la guinda la vuelve a poner una vez más Hugo Silva dando vida a un Pacino que a su vez debe interpretar el papel de un obispo un tanto peculiar, y que ademas atrae la curiosa y pícara mirada de un Mariscal francés.
Pero una vez más, la misión se ve alterada por un nuevo efecto Regreso al Futuro, ya que la interacción de Amelia en la misión hará que el antepasado de Adolfo Suárez beba los vientos por ella, y no por su futura esposa. De modo que habrá que volver a entonar un Johnny B. Goode, solo que cambiando la fantástica canción de Chuck Berry por el Adestes Fideles, el baile del Encantamiento Bajo el Mar por la Misa del Gallo, y la magnífica guitarra de Marty McFly por una mas que cuestionable voz de Angustias.
Todo un sin fin de peripecias, escenas rocambolescas y momentos sacados de la Casa de la Pradera al más puro estilo Pushing Daisies dan lugar al momento cumbre del capítulo. Tras una discusión de Angustias con el Mariscal Nate, nuestros agentes del Ministerio del Tiempo renuncian a cualquier posibilidad de que Napoleón acabe perdonándoles la vida, y comienzan a planear una fuga en la que vuelve a entrar en acción el bueno de Alonso. Sin embargo, menosprecian el poder de la buena cocina, y tras hacerle los oídos al emperador éste decide invitarla a cenar, y de infiltrarse en misiones quizá no sea una experta, pero si a la hora de preparar un buen pollo asado con patatas (¡Ojo!, que podéis ver la receta en la web del Ministerio, a veces os pasáis de meta chavales, pero nos encanta) que consiguen ablandar el estómago y el corazón de Napoleón, accediendo finalmente a su petición de liberar a los prisioneros.
El secreto es el romero
De modo que, en otro momento sinsentido, Alonso y los prisioneros deberán volver a la Abadía de la cual ya habían escapado. Ya que de saberlo el emperador desataría su furia contra las buenas gentes que allí viven, y poniendo en peligro a los propios agentes del Ministerio del Tiempo.
Tras un nuevo éxito rotundo, pero dejando por el camino situaciones cuanto menos curiosas, es hora de volver a un Ministerio, sin embargo no todo es oro lo que reluce, y al volver se encuentran con un Salvador relevado de su cargo de sub-secreatario por ocultar información sobre su agente desaparecido en el tiempo Julián, siendo sustituido por la que era el enlace con la presidencia del gobierno, Susana Torres.
En recompensa por los servicios prestados se le ofrece un puesto en el consejo asesor de una compañía energética.
Si antes ya teníamos un topo en el Ministerio del Tiempo, ahora ya tenemos a dos, y ni mas ni menos que como sub-secreataria y al mando de las futuras operaciones del Ministerio. Tiempos oscuros acechan...
La escena en que Amelia enseña a Angustias el Adeste Fideles.... Es fantástica
Me gustan mas los capítulos dramáticos con toques de humor en su momento justo, lo de ayer de Pacino con las confesiones fue un poco forzado y vulgarcete.