Lejos quedó ya Houdini, y de momento también Argamasilla, a quien el Ministerio del Tiempo pareció fichar la pasada semana, y del cual no hemos tenido conocimiento en un capítulo que, bajo el titulo de Tiempo de Valientes nos trasladamos, al igual que con los capítulos radiofónicos, a la vera de Julián quién vive de primera mano el final de la Guerra de Cuba. Sin lugar a dudas, un emplazamiento en el que poder ser útil a España como enfermero a la vez que se aleja del doloroso 2016 y su Ministerio del Tiempo. Pero el cese de sus funciones de Salvador, implica que el Ministerio conoce el paradero de Julián, por lo que aprovechando el caos y la confusión de la retirada del pelotón español, decidirá poner rumbo a la ciudad de Manila, en Filipinas.
Se lo vi hacer una vez a un medico americano en Madrid... el Doctor House.
Y mientras Julián se dedica a seguir salvando vidas en guerras pasadas, el Ministerio del Tiempo tendrá que soportar la presión que ejerce el gobierno español, y es que al fin y al cabo todos los Ministerios, mas tarde que pronto, deben rendir cuentas y justificar gastos. Por lo que la misión mas importante para nuestro equipo será la trepidante búsqueda de facturas y justificantes de pago tanto de vestuarios, equipamiento... así como volver a hacer un registro completo de todas las puertas y a donde llevan aquellas que fueron clausuradas o temporalmente desactivadas. Por lo menos no les han mandado a buscar la forma A-38...
Será entre todo el papeleo donde descubramos junto a Ernesto, una misteriosa carta sin fecha, dirección o remitente en la que afirma que posee un hijo. Y también serán unos días turbulentos (para variar) para Alonso de Entrerrios, quién en mitad de una manifestación anti-desahucios reconoce el la lider de la manifestación el rostro de su mujer, sin embargo dicha dama dice llamarse por otro nombre. ¿Será una descendiente del propio Alonso? ¿O es Blanca también una agente del Ministerio del Tiempo? Dos secretos que para obtener respuestas deberemos esperar a las próximas semanas, ya que por ahora nos han dejado con la miel en los labios de conocer si realmente Ernesto y Alonso poseen descendencia en nuestro presente.
Pero la acción y la trama vital del capítulo nos traslada a miles de kilómetros de España. Dónde lejos quedan los misterios y la burocracia, las cuales son sustituidas por rifles y bayonetas. Julián, cumpliendo la promesa de un paciente fallecido, decide llevar sus pertenencias a la viuda, la cual vive en la ciudad de Baler, a un par de jornadas de Manila. Tras un viaje sospechosamente tranquilo todo se agitará con su llegada al pueblo, donde el batallón español no ve con buenos ojos la llegada de un extraño, siendo tildado de espía. Sus conocimientos de enfermería, su coartada, así como su habilidad para leer y escribir le ayudarán a ganarse la confianza de la mayoría del pelotón, dónde destaca la figura de un soldado interpretado por Juan José Ballesta a quién hacía algunos años que no veíamos en acción, y quién no ha perdido un ápice de su talento.
Pronto llegarán los problemas a la aldea, dónde la muerte de uno de sus lugareños y la desaparición de casi todos los que allí vivían, pone en alerta al batallón que pronto recibirá la emboscada del ejercito local y teniéndose que retirar y reagrupar en la iglesia de la aldea a la espera de una dura batalla. Al fin y al cabo, Julián se ha metido de lleno en pleno en el 12 de Octubre de 1898, fecha en la que el pueblo Filipino arrasó con los ejércitos españoles logrando así su ansiada independencia. Pero eso llegará el próximo lunes en el decimoquinto capítulo de El Ministerio del Tiempo.
Me ha encantado el capítulo. Julián es un gran personaje.