Durante la última semana, los seriéfilos hemos recibido muchísimas (buenas y malas) noticias, que venían o bien de la Comic-Con o bien de los encuentros con la prensa del TCA (Television Critics Association), que como cada verano hace que varias cadenas desfilen ante los críticos, presentes sus series de verano u otoño y ofrezcan actualizaciones informativas sobre lo que está por venir. Hace unos días tuvo lugar el de Netflix, donde su director de contenidos y encargado de la adquisición de los mismos Ted Sarandos volvió a dar su habitual ronda de titulares y pullas varias a la competencia, presumiendo del buen estado de Netflix como gigante mundial del entretenimiento y hablando de una parrilla cada vez más llena. En lo que llevamos de año han estrenado 13 series y unas cuantas películas.
Sarandos es plenamente consciente de que apenas tres años y medio la empresa en la que trabaja ha revolucionado la industria. También sabe que hace un lustro nadie hubiera podido apostar por este gran cambio, y seguro que ha tenido que aguantar su ración de chanzas y cejas arqueadas ante lo que se proponía hacer la plataforma de streaming. Pero eso no justifica que cada vez que hable con los periodistas acabe por atacar a gente, y más cuando una parte sustancial de su catálogo se nutre de productos de otras cadenas cuyos derechos de emisión compran para emitir en todo el mundo. Netflix es distinta en muchas cosas al resto de cadenas y plataformas, y nadie niega que la existencia de los servidores online de contenido, como HBO GO, se han visto revalorizada por la manera de la empresa de difundir sus productos. Lo molesto de la actitud del hombre es que actúa como si todos y cada uno de sus proyectos fuera la perfección hecha televisión o cine, cuando en realidad su estrategia de mercado es bastante transparente y común: producir cuánto más contenido y más variado mejor para atraer al mayor público posible. No dependen de la publicidad y las cifras de audiencia no les importan, pero sí el número de suscriptores.
La amenaza de la Peak TV
En un momento del encuentro, se le pregunta por lo que comúnmente se conoce como “Peak TV”, término emergente de unas declaraciones de John Landgraf, presidente la cadena de basic cable FX desde 2005, sobre cómo la plantilla de su cadena se encontraba al límite de lo que querían permitirse porque existía demasiada televisión como para seguir produciendo. Para el hombre, la mejor manera de destacar es concentrar los esfuerzos en una programación lo más sólida posible, y no sobrecargar el panorama. Y es que en los últimos años se ha dado una nueva ola de servidores y programadores que tienen sus propias ofertas (Amazon, Hulu, WGN America, Play Station, por nombrar solo unos pocos), lo que según Landgraf acabará desembocando en un punto límite. Sarandos dice que es verdad que existe demasiada televisión, y que ese peak –punto límite– se alcanzará, pero que mucho de lo que ofrecen sus competidores era mediocre, y que ellos se alejaban de eso con series pensadas en varias temporadas y tramas que huyen de lo autoconclusivo. Si atendemos a las palabras del ejecutivo, entonces Madres forzosas, The Ranch, Marco Polo, Hemlock Grove o las películas de Adam Sandler no están por debajo de la excelencia.
Pues no, Netflix no es tan especial. Que cuenta con auténticas maravillas en su oferta queda fuera de toda duda, pero también lo hacen Starz, FX, Amazon o FOX. Claro que existe una diferencia, y que las narraciones de sus historias no están determinadas por la influencia de la publicidad ni la necesidad de atraer audiencias millonarias, lo que resulta en otros lugares en series con una narrativa episódica de tramas generales, que avanzan despacio porque conviven con historias autoconclusivas. Tampoco tienen una normativa que recoja límites respecto a la manera de mostrar el sexo, la violencia y el uso del lenguaje que se haga. Y aun con esas, trabajan con Chuck Lorre, porque saben que ofrece lo que determinado público quiere. Sí, también con David Fincher o Baz Luhrmann, que traen su propio grupo de seguidores. Pero ahí entra la variedad de nuevo, lo cual no es negativo pero se suele omitir de sus discursos. Orange is the new black, Daredevil y Jessica Jones puede que estén entre las series más populares del momento, y que ahora mismo todo el mundo esté hablando de Stranger Things, pero ¿cuántos sabrían decir sin comprobarlo antes qué series han estrenado en los últimos dos meses? Un poco de humildad es necesaria para que escritos como éste, a su vez, no lo sean.
Muy atinado comentario. Se los reverencia a él y a Hastings como oráculos infalibles. Sin desmerecerlos, han tenido la suerte en sus comienzos de cerrar acuerdos baratos con Starz y otros, lo que les permitió arrancar a un ritmo fenomenal. Luego se subieron a una ola general de desarrollo del streaming, con una caja enorme que les permitía arriesgar sin que los accionistas lo penalizaran por sus balances Tuvieron grandes aciertos como HoC u OITNB, pero también fracasos monumentales, que justifican diciendo que para algunos ese contenido es valioso. Tampoco nadie ha podido comprobar fehacientemente sus grandes autoalabanzas: nunca se pudieron confirmar los ratios de visualización que reportan, los clientes que tienen en cada país, el "éxito" de sus producciones, o sus niveles de churn.