UN ENTRETENIDO DECLIVE
The Strain tenía una oportunidad privilegiada de cara a su tercera tanda. Tras una primera excelente y muy celebrada, sus responsables cometieron algunos errores y dieron pasos en falso en la segunda, tanto en la manera de distribuir el tiempo del que disponían como en el uso de los secundarios y el simplista tratamiento de los personajes femeninos. Pero se ve que mucho caso no han hecho a las críticas, y aunque es una pena también es cierto: The Strain empeora temporada tras temporada, cayendo en errores cada vez más grandes y en simplezas indignas del talento de gente como Guillermo del Toro y Carlton Cuse –el showrunner–, que incluso con una menor orden de episodios por petición propia se las ingenian para no aprovechar todo el potencial de su argumento. Y aun así hay tanto talento en los distintos departamentos de esta serie que logra emocionar cuando se lo propone, agitar con unas escenas de acción y momentos de tensión estupendos y ofrecer resoluciones de alta inteligencia para momentos puntuales de la trama. Todo ello ayudado de un elenco que, con algunas mediocres excepciones como Jonathan Hyde o Max Charles, es excelente y está comprometido con la causa de imbuir de carne y alma a los personajes, de dar factible vida a los arquetipos que encarnan.
Por eso no se puede decir que la serie sea mala del todo, pero sí que deja la frecuente sensación de oportunidad perdida y de un deliberado juego de retraso y avance de determinadas tramas para hacer un encaje de bolillos temporal a conveniencia de los guionistas. El más perjudicado de toda esta tendencia es el personaje de Gus (estupendo Miguel Gomez), siempre en trama independiente con esporádicos cruces y que se intuye jugará un papel fundamental en el desenlace de la historia, pero que hasta entonces se ve limitado a historias peor desarrolladas que las del resto de personajes. Si la buena idea que vertebra la serie es mostrar las diferentes facetas ante un acontecimiento así –el estallido de una plaga vampírica entendida como contagio viral del que es harto difícil escapar–, todas las caras del asunto deberían recibir un similar trato y dedicación. El juego que aquí se ofrece, donde los personajes entran y salen más a capricho que nunca (quizá una medida de ahorro, quién sabe) es irritante y molesto para con la audiencia.
Y también hace que el valor de los poderosos dramas que vertebran las decisiones y acciones de los personajes (venganza, desconsuelo, pérdida, instinto de supervivencia) quede algo diluido, porque la lógica de un mal cómic –los malos escapan siempre en el último momento, los personajes se juran enemistad para luego seguir colaborando– se apodera de la estructura, y hace que el contenido no pueda sobreponerse al continente. Hay un pulso constante entre el lado más operístico y camp de The Strain y su variante más oscura y realista, aquélla que busca –y logra en más de una ocasión– hacer daño con sus dardos de carácter social. La subtrama de los detenidos que son usados como avanzadilla por la policía o el secuestro de la prensa que ejerce Justine (espléndida Samantha Mathis) resuenan y se distinguen con fuerza porque el enfoque crítico funciona, y lamentablemente resulta de lo más creíble que en una situación así pasarán esas cosas. Por tanto la temporada navega en medio de ese desequilibrio del que hablamos, que no puede sino afectarle negativamente, y bastante. The Strain afronta su progresivo declive, y lo hace alternando buenas y malas decisiones, matando secundarios, poniendo en peligro constante a los personajes y revelando con los ya clásicos episodios flashbacks (que algunos celebran y otros desearíamos que fueran más cortos) información sobre su pasado que conforma su presente.
Renovada ya por una cuarta y última temporanda, honrando el compromiso de la cadena de contar la historia hasta el final y por el hecho de que la serie tiene su público, la serie ha decidido despedir la tercera tanda con un cliffhanger bastante extremo e impactante, que la lanza en una nueva dirección y obliga a los personajes a sobrevivir a la situación más peliaguda en la que jamás se han visto. Pero incluso ahí los guionistas no parecen poder evitar cometer errores, porque el desencadenante de la explosión (la rabia de Zack ante la muerte de su madre a manos de su padre) no está lo suficientemente bien trabajado desde un punto de vista emocional como para que se comprendan las razones del niño –lo cual imaginanos era el objetivo de los responsables–, y por lo tanto parezca que en realidad los guionistas disfrutan con el retrato unidimensional y repelente del personaje, uno de los más despreciados por la audiencia. Es el perfecto ejemplo del gran problema que tiene The Strain, que esperemos ofrezca un desenlace a la altura de su comienzo.
FICHA TÉCNICA
He visto la tercera temporada un poco tarde como se puede ver. Y me ha dejado mal sabor de boca porque que encierren al amo en una especie de sarcofago sin ningun tipo de cerradura es absurdo. Esta bien para la trama y que pueda escapar pero lo demas no tiene logica. Escapa por la explosion, pero que pensaban que iba a pasar al tirarlo al agua? Pues exactamente lo mismo, al contacto con el agua el sarcofago se abriria tarde o temprano. Me parece un fallo tremendo en una serie bien llevada por otra parte