Realizar un servicio que no quieres hacer se hace más duro con Lucille en la mano y la mente en las tumbas que hay que evitar. A pesar de los matices y las variantes de este 7x04, Rick y Negan son los auténticos protagonistas de The Walking Dead en un episodio repleto de sorna, humillación, delirio y como siempre, secretos.
Secretos guardados, otros mentidos y siempre con consecuencias. Esconder unas armas (como hacen en distintos modos Spencer y Rosita) sacan en el caso del primero el claro ejemplo de la peligrosa mimetización de Rick, que por momentos se refleja en el mismísimo Negan al enfrentarse al hijo de Deanna. Esa obligación al forzar la misma respuesta que Negan le pide a él asusta, un "okay" más que tenebroso por lo que supone.
Pero son varias las caras que se ven de Rick en el episodio, ya no sólo la amenazada y por instantes desafiante ante Negan, sino la oculta, la de líder ante los suyos. Demuestra que el Rick real no se ha perdido, que sigue estando bajo la alfombra de la seguridad, ampliándose más si cabe su veracidad cuando le cuenta a Michonne la verdad sobre Judith.
La tristeza en su rostro, la seguridad de un padre que no deja de ser, la lucha por la supervivencia después de todo lo vivido y sobre todo el recordar que todos los días tiene presente en Judith el nombre de un Shane que llevaba años sin aparecer en la serie y que, no sé a vosotros, pero a mí me ha dado escalofríos. Quizás entendamos ahora por qué Rick se desentendió de ponerle nombre a la niña y le dejó esa misión a Carl, el único con su sangre en las venas.
Del resto todos son retazos interesantes de lo que está por llegar en The Walking Dead, siempre con nombres propios:
- Michonne y las futuras consecuencias de salir a cazar con su katana, el único arma importante que se queda en Alejandría
- Carl se asemeja cada vez más al que enamora en los cómics y ya suma dos enfrentamientos peligrosos
- Gabriel tiene en su aparición con Negan una de las mejores escenas del capítulo
- La bala de Rosita tras perderse la intensa charla de Rick
Todos esos son motivos que seguirán desarrollándose y aunque quedan preguntas como la situación actual de un Jesús que sorprendió y gustó mucho la temproada pasada, hay dos escenas que especialmente tocan la fibra por el recuerdo y el significado que esconden. La primera es el inicio y el final del capítulo, Rick y Michonne despiertan tras dormir dulcemente en lo que parece ser el mejor colchón de la historia...hasta que el cierre los envuelve a ellos preparando sábanas y colchones en el suelo mientras Los Salvadores queman los colchones que les han robado. Les hacen débiles, les roban la dignidad además de las armas y los destrozan mentalmente.
Pero sin duda el momento en el que hay que aguantar la respiración es el de Enid. No por la estupidez del saviour que tiene delante, ni por imaginar cómo Carl matará en un futuro a ese desgraciado...no. Por los globos, por el recuerdo de cómo ella y Glenn usaron esos globos verdes para que Maggie supiera que ambos estaban vivos en la sexta temporada. En la lucha por ese recuerdo Enid consigue guardar un pellizco de Glenn, sin duda el momentazo de este Servicio.