Nadie podría esperar a estas alturas de la serie que uno de los secretos mayores guardado se desvelaría en una situación tan inesperada como la que utiliza Rick para contar la historia de Judith a Michonne en la que, sin duda, es una de las escenas más tristes de lo que llevamos de séptima temporada en The Walking Dead.
La masacre realizada por Negan al grupo de Rick en Alexandria desgasta al grupo de Rick, que tiene que tomar el mando de la nave en el momento menos oportuno. La interpretación de Andrew Lincoln pone tantas emociones en el personaje que es muy complicado analizar el contrapunto constante de un Rick destrozado y que es capaz de liderar a los suyos al mismo tiempo...hasta que llega a casa.
En ese momento en el que todo lo que has soltado tiene que explotar, Rick se encuentra consigo mismo para que el discurso que antes da a los suyos, le llegue también a Michonne. Toca fibra, se emociona y se pierde en su pasado para contar por primera vez que él sabe que Judith no es su hija, sino de Lori y Shane.
El nombre de Shane se impone en la escena, en la mirada de Rick, en un recuerdo que le ha destrozado durante mucho tiempo y que ahora no es más que un tatuaje para el que vive. Porque sí, Rick le da ese discurso a Michonne para decirle que Judith es hija de Shane, pero incidiendo en que la cuidará como si fuera suya.
Ese sentimiento de humanidad más que de familia es el que Rick impone ante las ideas de Negan. El policía se humaniza aún siendo un guerrero más, aunque en esa escena todos recordemos a Shane como lo que realmente fue, un incordio que nunca terminó de irse y que parece nunca se irá de la mente del protagonista de The Walking Dead.
La pregunta es si, ahora que se ha descubierto el secreto, quedará en esa escena o se removerá lo suficiente para crear una nueva línea argumental hasta Carl, el auténtico filón de esta séptima temporada.
Analizando la situación y volviendo atrás, Shane realmente creía que Rick estaba muerto, de ahí su emparejamiento con Lori. Las escenas subidas de tono entre ambos nunca se repitieron visualmente con Lori y Rick, aunque sí podrían haber sucedido en la tienda de campaña o en el centro de enfermedades, por lo que la duda siempre parecía estar abierta.
Los síntomas de Lori no se notaron hasta avanzada la segunda temporada, por lo que se daba a entender que la hija era de Rick. En prensa el propio Andrew Lincoln confirmó por su parte que lo sentía por Rick, porque pensaba que el hijo no era suyo, pero esa información no fue más allá. La verdad era de Grimes, ya no.