*este escrito contiene spoilers*
Había, naturalmente, mucha curiosidad por The Defenders (2017), la miniserie de Netflix que unía a los héroes a su pesar de Daredevil (2015-), Jessica Jones (2015-), Luke Cage (2016-) y Iron Fist (2017-). ¿Veredicto en una frase? Un espectáculo de lo más disfrutable, que da lo que sus fans quieren en generosidad. Con todo lo bueno y lo malo que eso implica. Es decir, que sus creadores Marco Ramírez y Douglas Petrie, showrunners de Daredevil, han escuchado lo que funcionaba y no funcionaba en las cuatro series, y han entregado ocho entretenidísimas entregas que palían sus inevitables limitaciones con humildad y evitando los disparates, creando una catarata de cliffhangers de infarto y grandes momentos.
Limitaciones como el hecho de que cada personaje tiene una historia que viene de un lugar y debe despedirse en otro, porque las series están renovadas por nuevas temporadas y además habrá espectadores de Netflix que no haya visto ninguna antes. La Mano, trama que arrancó en Daredevil, son los villanos de The Defenders, tras haberse colado en pequeñas partes de Jessica Jones, Luke Cage y especialmente Iron Fist, que en común sólo cuentan con el personaje de Claire Temple, al que da vida la gran Rosario Dawson.
Y esa misión la cumplen con creces, ya que Matt, Jessica, Luke y Danny se unen y desunen con emoción y verdad, y sus respectivas historias quedan marcadas con claridad, pero sin torpezas. Ayuda a esto el carisma de varios de los personajes (no Danny Rand, que continúa siendo irritante, pero a cuya costa se hace varios chistes muy graciosos) y sobre todo de los intérpretes, tanto protagonistas como secundarios, aunque la mayoría de estos no puedan sino ser figuras unidimensionales.
El fichaje de la icónica Sigourney Weaver completa la Mano, y la actriz presta su buen hacer a Alexandra, una enemiga interesante pero finalmente no memorable. Los antagonistas están ahí para causar problemas y perecer tarde o temprano, pero al menos dan pie a una larga lista de escenas de acción, generosas en piruetas, patadas y sacudidas contra las paredes con estupenda música de fondo. Era, en esencia, lo más esperado por los espectadores de The Defenders, y sus responsables son plenamente conscientes.
Eso, y las interacciones de los propios Defensores, repletas de humor, conflicto, desconfianza y finalmente emoción, graduando su unión con sencillez y talento, aunque haya habido quejas sobre lo mucho que tardan en combatir juntos. Para el arriba firmante, hacerlo antes sería contradictorio con las personalidades de cada uno. Los guionistas cumplen con su trabajo de manera más que decente, aunque por el camino hayan sacrificado todo atisbo de profundidad. La trama es simplona, todo es lineal y fácil de seguir y solo hay un par de giros, porque esa es la manera más sencilla de contar una historia de este tipo. Se les puede atacar por falta de ambición, pero hay que entender que esto es Marvel. Con un metraje aprovechado a conciencia, la sensación final que deja The Defenders es una de satisfacción. Y de ganas de que vuelvan las series. ¿Misión cumplida?