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[Opinión] RTVE: no solo los milennials vemos El ministerio del tiempo

Esta noche regresa El ministerio del tiempo. Por si no te habías enterado. Cosa completamente lógica, porque si no llega a ser porque el viernes miré Twitter en el momento correcto, posiblemente el estreno de esta segunda parte de la tercera temporada hubiera pasado desapercibido. Ni tan siquiera el jueves salió promoción alguna con la fecha. Mientras veía Estoy vivo dieron alguna cortinilla del Ministerio, pero ninguna decía fecha oficial. La decisión se tomó a prisa y corriendo, confiando en que sería la gente Internet la que se encargaría de dar a conocer a la serie. Como casi siempre.

Algunos gurús televisivos tacharían esta táctica de “novedosa y rompedora”.

Una serie tradicional con una estrategia de venta y promoción completamente hecha al uso del público objetivo. Un sistema similar al de la industria musical –todo de golpe y sin apenas tiempo para asimilar que X cantante ha sacado nuevo disco de estudio-, en el que se le confía a los fans la tarea de hacer que la serie sea conocida

Este párrafo bien podría aparecer en algún trabajo académico. O en algún artículo especializado firmado por el crítico de turno. Y posiblemente pudiese ser acertado, sino fuera porque las intenciones de RTVE no parecen muy limpias. Sino fuera porque, en tres temporadas, la estrategia de RTVE con El ministerio del tiempo ha ido de mejor a peor. Como si la serie no le importase lo más mínimo, pese a que sea una de sus principales bazas en cuanto a contenido cultural y, me atrevería a decir, su único nexo con el nicho de público perdido hace tanto tiempo.

De la gente que conozco, poca de mi edad ve la televisión, y de los que la ven, TVE no es su primera opción. Estudios sobre el tema aseveran esta afirmación. Sin embargo, El ministerio del tiempo consigue que muchos, incluida quien firma estas palabras, enciendan la televisión y se pongan a ver una serie de una forma que comienza a estar perdida en estos tiempos. Los milennial somos el principal motor del fandom  de la serie y eso es algo que ella propia se ha ganado, por su contenido, su arrojo a la hora de hacer algo diferente en este país y su uso de la transmedialidad, que tan bien conecta con mi generación. No obstante, no todo el mundo que ve la serie lo es.

Querida RTVE, no solo los milennials vemos El ministerio del tiempo. Ni todo los que la ven poseen redes sociales, o son activos.

Madres, padres, abuelos, jóvenes que no pueden o no desean tener redes sociales o Internet…también son un nicho de audiencia. Nicho que sigue siendo importante, más que nada porque el target principal de TVE es el de la generación anterior a la nuestra. Esta generación no suele estar tan integrada en el día a día con Redes Sociales, ni posee tampoco la neurosis colectiva que sufrimos todos los jóvenes a la hora de llevar al día nuestras series, con calendarios, apps y demás recordatorios.

Para ellos, lo sencillo, efectivo y fácil es ver la cortinilla en televisión. O el artículo en el periódico. E incluso el anuncio en la radio. Igual que para los niños, quienes se saben al dedillo la programación del Clan a base de verse las autopromos del canal. Una, dos, tres semanas de antelación avisando que la serie está de vuelta y ya tienes a todo el mundo comentándolo. En la calle, haciendo la compra, en los recreos, en los descanso del trabajo…publicidad básica.

Pero si la promo sale un viernes, estrenándose un lunes, ¿qué se espera de impacto? ¿Qué se puede esperar de audiencia? Por no hablar del horario, que aunque sea el de siempre, sigue siendo realmente tardío para los más peques y los más madrugadores. El año pasado, con el corte de temporada sin previo aviso por parte de la cadena, la queja fue la misma. Las redes del Ministerio se llenaron de fans indignados. Hoy pasará justamente igual.

Mi pregunta es, ¿por qué RTVE no quiere tratar bien a El Ministerio del tiempo? ¿Por qué se empeña en tirar piedras sobre su mismo tejado?  Quizá el problema tenga una raíz que no sabremos jamás. Algo relacionado con la audiencia, la inversión en la serie, la visión política…quién sabe. Lo que sí sé, y es lo que da origen a este artículo, es que así no se vende una serie de televisión. Mucho menos una tradicional.

La solución para mí es fácil: tendré que ponerle la campanita a la cuenta oficial del Ministerio para que me avise cuando lo echan. O por si la cancelan y la cadena ni siquiera se toma la molestia de redactar un comunicado. Después tendré que avisar en casa qué ha ocurrido, porque nadie sabe exactamente cómo funciona todo esto. Voy a empezar a pensar en pedirle retribución económica a la cadena pública, por eso de que acabo haciendo su trabajo.

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