"Yo hice... la llamada", dice una Lola Mendieta (Macarena García) disfrazada de monja ante el director de un orfanato en1956. En tres días se estrena en cines La llamada (Javier Ambrossi & Javier Calvo, 2017), donde García da vida a una novicia (la coincidencia de la emisión y el estreno parece eso, una coincidencia que hace el guiño aún más ingenioso). El divertido metaguiño, incluido en el estupendo episodio de anoche de El Ministerio del Tiempo (2015-), se suma a la lista de momentos así que ha tenido la serie en sus 29 capítulos de vida.
¿A qué llamamos metaguiño? A todas esas referencias a la realidad que existe detrás de la serie, que aluden a sus intérpretes o a la existencia de El Ministerio del Tiempo como un producto audiovisual, y no como un universo real. Los metaguiños rompen brevemente el pacto entre espectador y los responsables de un producto, pero merece la pena porque es un artefacto narrativo placentero. Es difícil describir el placer que transmite ese factor metatelevisivo. Es algo indirectamente pensado para el espectador que se pregunta qué hay detrás del producto final que consume. Aquel interesado en los discursos subterráneos o los detrás de las cámaras, que quiera entender mejor lo bueno y lo malo de la maquinaria de una serie.
Como Julián (Rodolfo Sancho) firmando un registro con el nombre de Curro Jiménez (Sancho Gracia, padre de Rodolfo), Amelia (Aura Garrido) preguntándose de qué 'aura' le hablan, Irene (Cayetana Guillén-Cuervo, también concursante de MasterChef Celebrity) explicando que se ha cortado haciendo gazpacho o Pacino mirando a cámara mientras reivindica la importancia de las ideas originales (esto viene a la memoria). Y como estos hay más. Explicar un metaguiño de tratar de hablar con sentido de algo tan intangible como el placer del espectador de televisión que ve series con todos los sentidos alerta, no solo como mero consumo autocombustible o unidireccional. El Ministerio del Tiempo los hace, y son un disfrute porque dialogan con nosotros.
Los guiños que mas me gustaron fueron los de Julian.