Hace unos días se anunciaba que la séptima y última temporada de Orange is the new black (2013-2019) llegará a Netlfix el 26 de julio (véase el emotivo teaser del anuncio). 13 episodios para poner fin a la historia de las presas de Litchfield, con el extremo -y tristemente realista- contraste entre una Piper (blanca y de clase media) que ha salido de la cárcel y una Taystee (negra y de clase baja) condenada a muerte. Con la renovación de personajes e historias que supuso la irregular sexta tanda, cuya apuesta coral limitó bastante a personajes fijos de la serie, cabe preguntarse qué se puede esperar de esta tanda de entregas para concluir, con 91 episodios, una de las series más populares de esta década.
La creadora Jenji Kohan tiene una complicada misión por delante, y es que debe cerrar más de una veintena de tramas en 13 episodios de duración variable, pero un máximo habitual de 90 minutos. Además, Piper fuera de la cárcel obliga a salir de la prisión más de lo normal, ya que la mujer fue nuestro punto de entrada en Orange is the new black y seguramente será el de salida. ¿Reproducirán los guionistas la realidad y Chapman escribirá un libro? ¿Volverá Larry a aparecer? ¿Morirá Alex a manos de su ex-jefe mafioso? ¿Pillarán a Aleida en su ilegal juego carcelero? ¿Quién heredará el negocio de Barb y Carol? ¿Podrá demostrarse la inocencia de Taystee? ¿Podrá llevar Suzanne una vida normal? ¿Y Gloria? ¿María? Y así surgen múltiples preguntas en el espectador.
La apuesta de este medio es que habrá un salto temporal para encajar algunos desenlaces. Y que los personajes secundarios tendrán una mención menos elaborada que las protagonistas. Pero lo más seguro, con el historial de Orange is the new black, es que sea un desenlace realista y no feliz con todas sus criaturas. Porque Estados Unidos, y en realidad buena parte del mundo, no trata muy bien a las mujeres.