The Politician (2019-) es la primera y esperada serie de Ryan Murphy para Netflix. Una que termina la historia de la temporada 1, esencialmente, en el penúltimo episodio. ¿Qué ofrece el final de temporada entonces? Un salto temporal y un nuevo grupo de personajes que marcan el camino narrativo para la segunda tanda.
Como hiciera J.J. Abrams en el final de la segunda temporada de Alias (2001-2006), cuyo últimos 10 minutos marcan un cliffhanger inolvidable, Murphy y sus co-creadores Brad Falchuk e Ian Brennan sacuden la trama para crear un nuevo rumbo. Y de qué manera.
Es una estrategia curiosa pero que se pueden permitir porque la segunda temporada estaba asegurada (The Politician obtuvo luz verde con dos temporadas juntas, clásica estrategia Netflix). Pero no hay que restarle osadía a los guionistas, que parecen estar creando con este movimiento una nueva fase del consumo en maratón. Algo como "esto es lo que pasará, te animamos a que vuelves a vernos el año que viene".
La cruz de esta decisión es que muchos críticos, empezando por The Hollywood Reporter, se preguntan si los siete episodios previos, que son irregulares, se podrían entonces haber eliminado. Es un dardo cínico contra la calidad del proyecto, pero absurdo porque es necesario conocer a los personajes para interesarnos en su nueva aventura.
La gracia es que no se puede decir que la decisión narrativa sea una total sorpresa, porque la premisa que se vendió de The Politician era que cada temporada marcaría un nuevo ciclo electoral del protagonista. La primera ha sido el instituto, la segunda será a nivel estatal.
Pero la idea de servirnos el primer episodio de la segunda tanda como final de la primera es muy fresca. No es original, ya que Murphy & Falchuk han hecho cosas similares en American horror story (2011-). Pero han logrado emplazarme como el primer consumidor de los nuevos episodios de 2020.