La relación entre Operación Triunfo y Twitter es una relación…intensa. No se puede comprender el éxito de este formato sin su impacto en las redes sociales, especialmente la del pájaro azul. Y es que, a pesar de que en Instagram haya una gran presencia de triunfitos, realmente la opinión se mueve en Twitter. Gracias a la plataforma se han rescatado vídeos, momentos inéditos ignorados por el programa, extractos de actuaciones, infinidad de memes…pero también se han generado comentarios de odio, especulaciones y muchísima animadversión a según qué concursantes. Y es que la opinión en Twitter se genera y expande tan rápido como se escribe un tuit de 140 caracteres.
Esto sería anecdótico si no fuera porque el programa no se entiende sin este canal de doble información. La red social se nutre del contenido de sus concursantes, mientras que el concurso se nutre de aquello que le genera más presencia. Es una relación casi simbiótica, pero realmente peligrosa si no se da con el equilibrio. Esto es, se debe de escuchar a la audiencia -hay veces en las que lleva muchísima razón-, y también debe evitarse influenciarse por ella. Operación Triunfo suele optar por la segunda opción, aunque hay casos muy evidentes de la primera. Los cortes del programa, los vídeos elegidos para las galas e incluso lo que se sube a Youtube responde a los gustos de lo que se mueve en redes. Se potencian ciertas uniones, se valoran actitudes y se moldea el discurso en función de lo que el programa necesita.
Evidentemente esto genera fricción cuando dicho discurso cambia y la audiencia lo percibe. Pero, ¿por qué cambia? ¿Por qué genera esta fricción? Simple: la opinión de Twitter es muy veleta y categórica. Lo mismo idolatran sin pensar y sin sentido crítico, que odian sin medida. El último caso ha sido con la polémica de la puerta. Durante el día que ocurrió “la broma”, la gente los condenó en seguida, como si lo que hubieran hecho fuera realmente grave. Una ofensa gravísima a los espectadores, en lugar de considerar la opción de que todo fuer auna broma sin mayor relevancia. Olvidando que son personas que rozan la veintena en muchos casos, que están aislados y aburridos y que, además, tienen un carácter fuerte.
Al día siguiente, esa misma gente que escribía opiniones durísimas acerca de los concursantes pasaron a la opinión contraria. Al ver la -merecida- bronca de Noemí, la opinión empezó a ser contra el programa por ser tan duro con ellos. Una contradicción que hace que me pregunte, ¿qué espera realmente el espectador de OT del programa? ¿Cómo se pueden ejercer juicios de valor tan contundentes sin saber los motivos de los chicos para la broma?
Pienso que desde la dirección deberían controlar un poco mejor estas situaciones. Más que nada por el shock que supone para los concursantes la salida al mundo exterior. El ejemplo más claro ha sido el de África, aunque el de Damion, que se ha tomado un mes para lanzarse a las redes, también lo es.