El entrenador del Valencia CF Albert Celades me genera mucha empatía. Creo que su situación es, desde que llegó, muy difícil. Meterse en un vestuario -plagado de superprofesionales- que profesaban devoción por Marcelino, que no entendían el cambio y ganárselos en apenas un mes y unas cuantas decisiones tiene mucho, mucho mérito. Hacerlo en un clima hostil, tóxico, generado en parte por la incomprensión que generan las decisiones de Peter Lim y ejecutadas por Anil Murthy, aún acrecienta más el mérito del técnico catalán. Chapeau por él.
Cuando uno dirige un club de fútbol, nunca debe olvidar que si algo es sagrado en una entidad es el vestuario y su entorno. Por eso, ideas como cambiar el departamento médico en medio de este avispero, desde luego, no favorecen a que la transición sea más calmada. Como muchas cosas de las que hace Meriton, pueden estar bien o mal, pero siempre se hacen a destiempo, cuando no toca y, lo peor, con pocas explicaciones. Lo dicho, incomprensible.
Por eso, su carácter tranquilo pero firme, el de Celades me refiero, ha sido su mejor arma para tratar de hacerse hueco en este tormentoso mar que es el Valencia CF.
Que me despierte empatía Celades no significa que olvide (ni yo ni nadie), el trascendental papel que ha tenido Marcelino en la transformación del club en los dos últimos años. Sin entrar a analizar su abrupto despido -para mí, mal e incomprensible, por el tiempo y las formas- lo que no se puede es pretender borrar su huella. Su pasado. El otro día el Valencia CF homenajeaba a los campeones de Copa antes de volver a Sevilla y recortó una foto en la que salía el propio Marcelino y uno se pregunta ¿Por qué? ¿Era necesario? ¿Qué gana el club ocultando quién fue el artífice del título junto a otros profesionales? No lo entiendo porque además generó el efecto contrario: todos hablamos de Marcelino y no del presente o del futuro.
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— Valencia CF (@valenciacf) May 26, 2019
Por definición, olvidar tu historia es faltar el respeto a lo que representas y, lo que es peor, te condenará a repetir los errores del pasado, que ha habido muchos. Se puede tener empatía por Celades, pero sin perder el respeto a Marcelino y reconocerle el mérito que tuvo. Eso está por encima del aquí, del ahora, y de quienes sean que dirijan o posean el club. Decisiones como estas no hacen más que generar desafección en la hinchada hacia Peter Lim y la propiedad, representada por Anil Murthy y Kim Koh y, lo que es peor, generan un clima aún peor para que Celades y los profesionales saquen adelante los resultados que, a fin de cuentas, es lo que deberíamos querer todos: ellos y nosotros. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia