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Este Dépor necesitaba un padre: Fernando Vázquez

Periodista. Siempre desmarcado.

El Deportivo ha experimentado, en apenas un mes, un cambio drástico. Total. Ha dado un giro de 180 grados. Nada tiene que ver, ni con el de Juan Antonio Anquela, ni con el de Luis César Sampedro. Y esto ha podido ocurrir, como no podía ser de otra manera, gracias a la llegada de Fernando Vázquez. Con su eterna sonrisa, su sinceridad, su calma y su saber estar, ha transmitido a este equipo, a este grupo de jugadores, todo aquello que les estaba faltando.

Porque no nos engañemos: el cambio del Dépor desde la llegada del tercer técnico en esta campaña no ha sido, principalmente, futbolístico. Es evidente que el equipo juega mejor, solo hay que verlo. Pero, ¿por qué? Salvo dos matices, la plantilla es exactamente la misma que se tiró la friolera de ¡19! partidos sin ganar. Ese que tan solo obtuvo nueve puntos de 57 disputados. Se dice pronto.

Fernando Vázquez, en su regreso a Riazor como entrenador del Dépor ante el Racing (Foto: Iris Miquel).

Entonces, ¿qué ha aportado desde su llegada? La respuesta es sencilla, pero compleja: confianza. Fernando Vázquez ha devuelto el amor propio a una plantilla con serios problemas para mostrar su talento. Y es que su figura recuerda a un padre. A ese padre permisivo, el que trata de quitar hierro a los problemas aludiendo a "cosas de los chavales" y "la juventud". A ese que, pese a los defectos de su hijo, dice: "¿qué vamos a hacer? Ya está criado" y le dedica su amor incondicional. O aquello de "no es malo, solo es travieso". Al que corrige en casa en lugar de lanzar indirectas en público o castigar al niño díscolo encerrado en su habitación.

Para muestra, la gestión de la situación con Francisco Montero. El míster, antes que nadie, salió al paso de los rumores que le situaban fuera del Deportivo. "Me encanta tener zurdos en mi equipo. Especialmente, un central zurdo para poder jugar dos o de tres centrales" afirmó. Poco después, sucedería la expulsión de Emre Çolak y la sustitución del canterano del Atlético, en la que le negó el saludo. Situación que, sin mayores ademanes, se dio por zanjada en un espontáneo abrazo entre ambos al término del Dépor-Cádiz.

"A ellos no tengo que decirles nada de cómo jugar. Solo darles cariño y confianza" decía Zinedine Zidane, en referencia a algunos miembros de su plantilla, antes de estrenarse como técnico en el Real Madrid, precisamente, ante el Deportivo. Pues algo así es lo que ha hecho Fernando Vázquez con el elenco blanquiazul.

La psicología deportiva es un terreno al que se atiende con poca frecuencia. Porque, ¿cómo se sentiría usted en su trabajo si acumulara resultados negativos durante más de tres meses? Si cada partido se fuera con derrota o empate. Si cometiera errores graves que perjudicaran a su empresa. Las crisis de confianza cuando nada de lo que haces sale bien pueden minar gravemente el rendimiento de un futbolista. Cuando nada te sale, dudas continuamente de tu capacidad y decisiones que deben tomarse en centésimas te llevan un par de segundos. Lo suficiente para cometer un error grave y encajar un gol en el fútbol de élite.

Fernando Vázquez, tras un partido del Dépor (Foto: Iris Miquel).

Pues justo ahí es donde más influencia ha tenido. Porque, en menos de un mes, el estado anímico de la plantilla es opuesto. Ahora todos se atreven. No hay dudas en lo que se hace. Futbolistas como Mujaid Sadick o Gaku Shibasaki se asientan gracias no ya a sus buenas actuaciones, que también, sino a la confianza y personalidad que demuestran en cada acción. Ahora, jugadores como Somma o Montero, que parecían no tener nivel para LaLiga SmartBank, se han consagrado en el once. Mamadou Koné se atreve a regatear. Aketxe vuelve a golpear desde fuera del área. Y Peru Nolaskoain, cuyo nivel está siendo francamente bueno, ya puede salir de fiesta. Todo ello, gracias al regreso de Fernando Vázquez, que vuelve a cabalgar por la banda de Riazor. "Gracias, papá".

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