El Sporting de Gijón atraviesa, una vez más, una temporada extraña. No atípica, porque ya se está convirtiendo en habitual. Pero sí con poca claridad en el aspecto deportivo. Sin un rumbo definido, los mensajes institucionales venden algo difícil de conseguir. Desde la directiva vende ascenso, un proyecto serio y que aspire a todo. Que pueda pelearle a cualquiera. Sin embargo, la irregularidad y el rumbo en continuo viraje lo hacen imposible. Se sabe que el equipo quiere volver a LaLiga Santander, pero es muy difícil sin definir cómo se va a intentar. Y Miguel Torrecilla es uno de los culpables, pero no el único.
Porque el camino que ha seguido el Sporting en el mercado de fichajes está lejos de asegurar nada. El equipo, a priori, dejó evidente que necesitaba un extremo en el mercado de fichajes. Se ha intentado hasta el final el fichaje de Álex Gallar, y en el último día del mercado de fichajes recaló Murilo de Souza, un extremo llamado a marcar diferencias en la categoría. En la presentación del futbolista, el director deportivo no quiso hablar "para no eclipsar la presentación del futbolista". Pero, ¿qué podía decir?
Su trabajo, por decirlo de alguna forma, sabe a poco. La llegada de Miroslav Djukic ha dejado algo claro: no parece estar contento con su defensa. La apuesta por Bogdan en el costado diestro, el viraje entre la defensa de dos y de tres, la exclusión de Borja López de las convocatorias... Algo falla, y el serbio solo tiene a la mano lo que le trajeron en invierno.
El Sporting es decimocuarto en la categoría de plata, y está muy lejos de optar de manera seria al play off. La afición rojiblanca lleva mucho tiempo señalando a la presidencia de Javier Fernández como el gen de todos los males. Miguel Torrecilla, en teoría, finaliza su vinculación con la entidad el próximo 30 de junio, y todo lo que haya hecho ya no servirá el 1 de julio. Y no le toca a nadie más que a la propia presidencia buscar un sustituto de garantías.
Porque LaLiga SmartBank ha demostrado que no hay lugar para los inventos. Que su exigencia e idiosincrasia fagocita a los Robin Lod, Isaac Cofie, André Sousa, Nick Blackman... y el producto nacional que ha incorporado, por diversas circunstancias, ha pasado en su mayor parte sin pena ni gloria. Los Ivi López, Álvaro Jiménez, Hernán Santana o, más recientemente, Borja López, Marc Valiente o Álvaro Vázquez, no han cumplido con las expectativas.
Respecto a los 'buques insignia' llegados el pasado verano, a Javi Fuego se le ha visto muy superado en algunos tramos, y Manu García ha dejado destellos de su calidad. No obstante, a este Sporting le falta coralidad. No puede vivir del (desorbitado) talento de uno de sus futbolistas.
Por otra parte, algunas perlas de Mareo tienen que remar mucho para encontrarse con una oportunidad. Ahí no queda otra que quitarse el sombrero con Djukic, al apostar por Bogdan, Carlos Cordero o Pedro Díaz. Mientras Álvaro Vázquez, Pablo Pérez o Carlos Carmona acaparan minutos sin aprovechar sus oportunidades, otros como Berto o César García, que están jugando muy bien con el filial, siguen esperando una alternativa.
Los amantes del mindfulness y de las tazas con frasecitas repiten que "definirse es limitarse". Aunque si eres un ente incorpóreo y difuso, ya me dirán. En fútbol no se puede ser un 100% en todo, menos aún en la Segunda división. La indefinición solo acarrea irregularidad, y este equipo, a nivel deportivo y de club, no tiene claro qué es ni hacia dónde va.
En resumen: este Sporting no tiene ni idea de hacia dónde va. La mayoría de fichajes no se asientan ni rinden, y otros que podrían aportar más desde abajo ven frenado su progreso. Lo que este club necesita es saber cuál es su rumbo. Definir un camino. Si ese es la 'Operación Retorno', que los que regresen se merezcan volver a vestir la camiseta. Repatriar jugadores porque un día se pusieron la rojiblanca no es productivo. Si la idea es la de apostar por futbolistas contrastados, basta ya de inventos. Aunque esto tocará pedírselo ya a quien ocupe la dirección deportiva del equipo a partir del próximo verano.