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Las pasiones son algo muy íntimo


Si uno nace en un país escandinavo, o cualquier otro en el que la nieve sea parte imprescindible de su paisaje, tiene muchas probabilidades de aficionarse a alguna de las modalidades del esquí; si naces en alguna de las costas que gocen de climas cálidos, puede ser que te enganches a la práctica de deportes náuticos en cualquiera de sus versiones; si naces rodeado de preciosas montañas, antes o después tendrás la curiosidad por subirlas, y a partir de ese momento ya no podrás dejar de hacerlo. 
 
Soy Unai Llantada, vecino de Zalla, y algo parecido debió de ocurrirme a mí. En un valle como el de Enkarterri, las montañas no pasan desapercibidas. 
 Para romper con cualquier dogma, diremos que cada cual puede establecer una relación diferente con las mismas, entenderlas a su manera, buscar en ellas cosas bien distintas, y ascenderlas con las condiciones que cada cual pacte en el ejercicio de su libertad. Solamente hay una clausula previa: respetarlas. 
 
Mi relación con la montaña se estrecho significativamente hace ya algunos años, en un imparable proceso de encantamiento que me hacía implicarme cada vez más y en proyectos más ambiciosos relacionados con las altas cumbres. La superación personal, el espíritu aventurero, etc.; pero también algo tremendamente fácil de entender por quienes practican el montañismo: la belleza brutal y pura que te ofrece aderezada de un maravilloso masaje sensorial (el frío, el calor, el viento, los sonidos,…). Es un buen lugar, en definitiva, para encontrarse a uno mismo, porque la paz que te regala permite olvidarte de todo lo que nos contamina por aquí abajo.  
 
Y no sé si para encontrarme, o para huir de todo lo demás, comencé a utilizar esa técnica que en la montaña conocemos como: “tirar para arriba”.  No importa a dónde llegues, ni cuánto tardes; porque “tirar para arriba” es en  una filosofía integral, que contiene  los elementos necesarios para constituirse en toda una forma de vida: esfuerzo, sacrificio, satisfacción, renuncias, logros, sufrimiento, alegrías, y el mismo sinfín de emociones que ofrece la  vida. 
Una especie de submundo, que sin embargo es más grande que el propio mundo al cual pertenece. En la montaña todo es más grande, porque se puede mirar más lejos. 
 
Un día soñé con pisar el punto más alto de la Tierrra, la cumbre del Everest, para conocer la verdadera dimensión de las montañas, o tal vez para conocer también mis verdaderas dimensiones. Pude llegar, y es un lugar increíble que rezuma algo muy especial; pero eso fue lo de menos. En el camino se fueron colando dentro de mi mochila todas las enseñanzas que fui buscando; y lo hicieron mucho antes de que el destino me regalara la posibilidad  de contemplar el mundo desde ese mirador privilegiado que se encuentra a 8.848 metros de altura.  
 
El siguiente proyecto, que ahora me ocupa, no es menos interesante. Después de haber hollado Everest, Aconcagua, Mac. Kinley y Elbrus, me quedan tres para completar el proyecto alpinístico conocido con el nombre de “siete cumbres – siete continintes”. Consiste en ascender  las cimas más elevadas de cada continente: 
-Everest (Asia). 
-Aconcagua (America del Sur). 
-Mac. Kinley (América del Norte). 
-Elbrus (Europa). 
-kilimanjaro (África). 
-Pirámide de Carstenz (Oceanía). 
-Y  Vinson (La Antártida). 
 
Mi próximo destino será el techo de África; la cumbre del Kilimanjaro.   
Ya en el Everest tuve la suerte de poder acompañarme de buenos amigos, con un grupo de casi treinta montañeros vascos que me acompañaron hasta el campo base (realizando el famoso trekking del Everest, y posteriormente el Island Peak). Y ahora repetimos experiencia. 
En esta ocasión, por supuesto, llegaremos todos a ese punto desde donde se divisa la gran África negra con el único límite de lo que la vista pueda alcanzar o nuestra cabeza imaginar.  
Es una propuesta abierta a cuantos aficionado a la montaña nos quieran acompañar. Y para ello, hemos montado un programa que hará que la posibilidad de ascender al Kilimanjaro esté al alcance de cualquiera que mantenga una forma física aceptable. Con los mejores equipos (guías, cocineros, porteadores, material, etc. ), todo está pensado para que sea una gran experiencia. La aventura africana se completará con un safari en los parques de Taranguire y Ngorongoro . Hemos trabajado mucho para poder conseguir que  a la expedición no le falte ningún ingrediente. Estoy seguro de que volveremos tan contentos como del Himalaya, donde viajar en grupo multiplicó las emociones.  
(Quien quiera conocer más detalles o esté interesado en participar puede contactar con nosotros en unaillantada@hotmail.com , www.goenkarterri.org  o el número de tfno. “607879703”).  
 
Y sin más por esta ocasión, me voy despidiendo; amenazando con volver para contaros más cosas relacionadas con este mundo: sin verdades absolutas ni dogmas; para que cada cual, como decíamos, pacte sus propias condiciones con la montaña; porque las pasiones son algo muy íntimo.    

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