No quiso el Sevilla FC amargarle la entrada de la Navidad a sus hinchas. Tras el petardazo ante el Real Valladolid, por las formas más que por el resultado, Lopetegui y los suyos pidieron disculpas de la mejor manera que saben. Perdón concedido. Tenía el técnico vasco el décimo adecuado para acudir al sorteo de Mestalla: acabado en el '7' de Suso. Valencia, lugar donde ha ganado habitualmente poco. De los seis grandes clubes de España, el Sevilla FC es que sale peor parado de los duelos directos. Esta victoria, para colmo alcanzada en un contragolpe, tiene bastante peso.
Es cierto que no es el mejor Valencia CF ni de lejos. Que la mayoría de equipos han salido sonrientes de Mestalla. Que tuvo Bono que sacar su mano a relucir dos o tres veces, más de lo habitual (lo cual encierra un gran mérito colectivo). Que el gol llegó en el tramo final y con algo de fortuna. Pero el Sevilla FC se impuso al equipo che... y a sí mismo. Fiel a mi teoría, diré que menos mal que no marcó en la primera hora de partido. De igual modo insistiré en que si Lopetegui es quien manda a atrás a sus chicos cómo es que no lo hizo esta vez o tantísimas otras, incluidos sitios propicios como el Camp Nou. Reflexionemos. No dieron sus hombres ni un paso atrás ni cuando entró Gudelj, con un imán que lo lleva cerca de Bono habitualmente.
Nos encontramos a un Sevilla FC con 23 puntos tras 13 jornadas. Si lo comparamos con la jornada 13ª de la campaña pasada, encontramos que el equipo de Lopetegui sumaba 24 puntos. Tan sólo uno más que ahora. Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué parece haber tanta crispación? Creo que el quid de la cuestión está en la elección de la comparativa. Quienes se asustan al ver tanto altibajo en el juego actual del equipo obvian que están comparando a este equipo sin pretemporada y saturado en el calendario con el que exhibió un estado de forma óptimo de junio a septiembre. Y ahí saldrá siempre perdedor el actual. Igualmente olvidan el tramo de aparente indecisión que atravesó también el Sevilla FC el curso pasado.
Es el mismo que el año pasado. Y eso tiene una lectura buena y otra mala. Empecemos por esta: no parece haber evolución ni mejoría en la puntería. El Sevilla está cada vez más estudiado por los rivales y no acostumbra Lopetegui a usar demasiadas variantes, sobre todo en ataque. Y la plantilla se ha enriquecido en esa zona. Del mismo modo, es tan parecido al de la temporada anterior que indiscutiblemente ofrece infinidad de puntos fuertes. No sólo lo dicen los números, sino que su filosofía, demasiado inflexible puntualmente, es la que lleva a los equipos muy lejos en la mayoría de las competiciones, sobre todo en LaLiga Santander: solidez, fe ciega de los jugadores en lo que hacen, resistencia en el tramo final de los partidos y un buen entrenador tácticamente.