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La liberación del Sevilla (en el campo y en las redes)

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No, el Sevilla no resucitó, pues no estaba muerto. Pero su triunfo ante el Atlético de Madrid sí que tuvo una pizca de vuelta a la vida plena. Necesitaba el equipo de Julen Lopetegui un respiro tras un despliegue físico y competitivo de aúpa desde el pasado mes de junio. Tras coger oxígeno, regresó a su punto de origen. Sin condicionantes psicológicos, físicos ni tácticos. Un Sevilla que abruma al contrario, aunque sea el líder, hasta extenuarlo. Que desata a sus laterales, a veces lastrados por la pesadez de las piernas o el encogimiento de la pizarra. Que aplica un juego combinativo extremo con un despliegue físico terrorífico.

Un Sevilla que, con esa base, se puede permitir el lujo de jugar un gran partido sin el brillo de sus tres delanteros. La vacilada de ganarle al líder sin pegada. Ni Ocampos, ni De Jong, ni En-Nesyri tuvieron su día. Pero los tres, aunque sin inspiración, apuntalaron el plan de juego. Especialmente el argentino. Aunque falle un penalti y no le salgan sus jugadas, la presión constante que hace y su imprevisibilidad condiciona muchísimo al equipo contrario.

Los jugadores del Sevilla celebran el gol de Acuña al Atlético (Foto: Kiko Hurtado).

No obstante, lo que bien refleja la recuperación sevillista y su excelente partido fueron sus laterales. Fue un mal síntoma en varios partidos recientes y frente al Atlético de Madrid volvieron a poner encima de la mesa la esencia real de este Sevilla. Un plan de juego mucho más habitual que lo que reconocen los 'haters' de Lopetegui. La jugada más decisiva de todas, la del gol, terminó ejecutada por ambos laterales: centro de Jesús Navas y remate de Marcos Acuña. Una jugada en el 70' de un partido cerrado frente al líder que se juega LaLiga Santander. Escenario ideal para que un entrenador acusado de meter siempre al equipo atrás lo haga.

Un último apunte del partido lo merece el VAR. Mejor dicho, el comportamiento del Sevilla. Más allá de jugadores y técnicos, que en todos los equipos se quejan en caliente de lo que les perjudica y callan ante lo que les beneficia, la actitud institucional del club de Nervión es inteligente. Ni un solo comunicado desde hace años en referencia a los arbitrajes. Apostando por algo que va claramente en su beneficio, aunque la furia de su afición exija, cuando le perjudican, que clame. No atiende a populismos.

Y va en su beneficio porque, para empezar, te centras en lo que sí puedes manejar: tus propios errores, no los ajenos. Y, para continuar, porque otras muchas veces los errores fueron (y serán) a su favor. De esta manera te ahorras el ridículo que hacen no pocos clubes, incluidos algunos de los grandes, sobre todo dos de ellos. Y uno es precisamente el Atlético de Madrid. De forma increíble el conjunto colchonero salió airoso de la sala VOR este domingo en varias acciones clave (expulsión de Felipe, repetición del penalti errado por Ocampos y penalti de Trippier al argentino), pero su tuit quejándose del VAR meses atrás le cae ahora encima. Como otro más reciente lanzado al aire y que bien debe aplicarse a la jugada que certificó su muerte en Nervión y la resurrección de los laterales del Sevilla.

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