Haber glosado lo muchísimo que le ha dado y le está dando Julen Lopetegui al Sevilla, incluso aventurar lo mucho que le seguirá dando, es perfectamente compatible con señalar al entrenador vasco por el decepcionante partido de Pamplona. Una de esas noches en las que algo te dice que se han ido más de dos puntos. Rakitic, el Tecatito y En-Nesyri desperdiciaron tres claras ocasiones, sobre todo el croata en el minuto final, pero el triunfo que se fue al garete es una losa que cae encima de Lopetegui. El huracán de percances físicos no ha parado, pero el arsenal de recursos que Monchi ha puesto a su disposición hace que esta vez no haya excusa alguna para la primera parte que perpetró el Sevilla. Desolación en El Sadar, pero más por el principio que por el final.
Justificar al entrenador insinuando que no puede hacer más supone una sospechosa alabanza exagerada al técnico para atribuirle absolutamente todos los méritos de este gran Sevilla. Los pocos que lo hacen buscan minimizar el trabajo de Monchi, sea por amistad mal entendida con aquel o comprensible indigestión por el historial de este. Un sinsentido por cuanto Monchi fue precisamente quien también fichó al propio Lopetegui. Quien la lleve que la entienda. Lo cierto es que el técnico vasco dispuso de mucho tiempo para presentar otro Sevilla en El Sadar, sobre todo tras dos 'empatitos' seguidos. El club realizó en enero un all in en toda regla, manteniendo a Diego Carlos y fichando a Martial y al Tecatito, que no se ha visto por ningún lado en Pamplona.
La sensación es que el Sevilla jugó del minuto 46 al 90 el partido que normalmente juega del 1 al 45 y en un día propicio para no meter la pata de esa manera. El Sevilla no 'tira' las primeras partes tanto como se dice. Fuera de casa tiene una idea decidida de asegurar al límite la posesión, no cometer errores y desgastar al rival para ajusticiarlo en el tramo final. Como casi siempre hace. Pero en El Sadar sí la 'tiró'. Si tuviera pegada saldría airoso de partidos así. Incluso sin pegada ha salido victorioso en otras noches parecidas (no tantas como ahora se exagera) de poco fútbol. Hay que asumir los palos cuando te lo juegas todo a una carta final y esta no sale.
Dos puntos en Valencia y otros dos en Pamplona, aderezados en Navarra con un planteamiento pobrísimo hasta el sangrado. Te puede pasar y es asumible de forma aislada. Pasó en Elche, en Granada, en Mallorca... con victorias disuasorias entre medias. Pero enlazarlos con una bisagra como el accidente ante el Celta supone un mazazo difícil de digerir para un aspirante a pelearle la Liga al Real Madrid. Los dos empates anteriores fueron pasados por alto por las tremendas circunstancias que está afrontando el Sevilla, pero lo de Pamplona no lo neutraliza ningún analgésico. Y más que por el final, por el principio, esa salida sin decirle al Osasuna "disculpe, pero me estoy jugando la Liga y te voy a ganar".
Está, indiscutiblemente, pasando el Sevilla por su peor momento de la temporada. Y Lopetegui también. Tiene el hombre tanto derecho a ello como los demás a no esconderlo. Los cambios en el derbi, la precipitada revolución ante el Celta, la indefinición de salida ante el Osasuna tras (¡al fin!) disponer de muchos días y recursos. Y, me lo van a permitir porque no es la primera vez que lo digo, quitar a En-Nesyri y a Martial jugándote un sueño histórico que ahora se ve negro. Por mucho que el recién llegado estuviera timorato y perdido y el marroquí pensara 17 remates como poco con todo a favor para marcar. En-Nesyri, además, qué casualidad, ha demostrado ser un excepcional lanzador desde los 11 metros...
Quedan muchos partidos y sucesos aún desconocidos, es decir, ni por asomo el Sevilla se debe abandonar hacia la bajada de brazos, pero la verdad es que cuesta pensar que su gran sueño en la Liga sea compatible con este tres de nueve y esa salida al ruedo de Pamplona. El error de su gran capitán en un penalti en el último minuto no ha sido lo que más le ha dolido al sevillismo. Por eso este punto, que puede que no sea tan malo para ir apuntalando poco a poco la posición Champions, es una auténtica decepción para un club soñador y ambicioso como el Sevilla (incluido, aunque a veces no lo parezca, su entrenador) y una plantilla con pocas comparativas en la historia nervionense. Todo eso demandaba, ya esta vez, rock and roll a todo volumen, sin medias tintas, un all in de verdad.
Totalmente de acuerdo con el artículo.
El entrenador del Sevilla es un cagado con los mimbre que tiene a su disposición Francisco Manuel De La Rosa bizcocho