El Cid Campeador y el Reino de Sevilla

El Sevilla necesitaba un derbi tan completo como el que ha firmado este sábado. De repente, el equipo de Julen Lopetegui fue poseído por el espíritu de José Antonio Reyes, el de aquel Sevilla que noqueaba al Betis antes de que éste diera dos pasos. Justo en el mejor momento posible apareció esa iluminación desde el célebre Tercer Anillo. ¿Quién despertó al Sevilla? Puede que las críticas tras varios empatitos que lo alejaron del Madrid. Quizás esa rebeldía innata de estar hasta los mismísimos de que casi todo le esté saliendo cruz. O tal vez ese orgullo tragado en silencio mientras no cesaban los dardos desde Heliópolis tras un derbi copero en el que cayó derrotado.

Llegaba el Betis lanzado al Sánchez-Pizjuán y a los 45 minutos estaba sentado en su vestuario preguntándose si le había pasado por encima un tanque o una manada de búfalos. Pero fue el mejor Sevilla de la temporada. Agresivo en la presión como había dejado de serlo. Letal en sus ocasiones como casi nunca lo es. Solidario en tareas defensivas (enésima exhibición en este sentido de En-Nesyri) para rodear a un Diego Carlos en plan Cid Campeador, atado con vendas a un caballo rodeado por 35.000 almas. El Sevilla tiene mucho del Cid: hay que tenerle miedo hasta cuando parece muerto. De hecho, cuando ya la lógica de la física impidió que siguiera jugando lesionado, su equipo se amuralló, se escupió en las manos y se dispuso a sufrir para conservar el Reino conquistado de Sevilla.

Muchos hinchas del Sevilla exigían respuestas a sus dirigentes tras las graves acusaciones del vencedor del derbi anterior. Este sábado demostró que la mejor respuesta es siempre la que se puede ofrecer en un terreno de juego: la victoria. Y saborearla desde el respeto. Esperemos que sea así.

Por otra parte, ha quedado claro que es posible un Sevilla decidido desde el minuto 1, convencido de sus posibilidades, con ambición y la rebeldía más oportuna posible, en vísperas del día de Andalucía. No deja de ser el club de Nervión, y su particular idiosincrasia, un ejemplo a imitar en muchos aspectos de la vida por el sur de España, en vez de observarlo con desprecio tufado de cómodo madridismo o barcelonismo a distancia. Ahora bien, ¿es necesario que el vecino zarandee su orgullo con feas burlas para verlo así? Muchas veces las rachas cambian por detalles, por momentos concretos. Sin saber bien por qué. Y quizás este derbi modifique la perspectiva del Sevilla en el futuro más inmediato.

Si atado (vendado) estuvo Diego Carlos, desatado vimos al Tecatito. Ha sido su carta de presentación en el Sevilla: calidad, desborde, visión de juego y sacrificio (otro que acabó con problemas pero aguantando en el césped). Fue el primer derbi para él y para casi todos con público en la Bombonera de Nervión, pues la pandemia lo había evitado desde que este proyecto tuvo su primera piedra en 2019. Fue, además, el derbi de la redención de Rakitic desde los 11 metros. El de la reaparición de Munir. El del regreso de Jesús Navas y el del desquite de Jordán. Y por supuesto, el derbi en el que quedó claro que el sevillista no es tonto: las críticas a Lopetegui son puntuales, por momentos concretos. Nadie en su sano juicio puede dudar de la labor general del vasco. La grada coreó su nombre.

Por lo pronto, el Sevilla ya ha abierto los ojos para recordar que nunca hay que darlo por muerto. Jamás. Veremos si tiene continuidad. Hoy no sólo ganó un derbi al vecino, le ganó un partido al tercero de LaLiga Santander, su más inmediato perseguidor, un Betis que está cuajando una temporada histórica y al que ya pone a ocho puntos más el golaveraje.