Obra de Ingeniero

Un salto de entrenador. Tan simple o tan complicado. Esa es una de las grandes razones, que no la única, que explican el espectacular cambio que ha experimentado el Betis esta temporada y que acabó con la merecida clasificación para la Europa League. Una extraordinaria metamorfosis de un equipo con sello de autor, el de Manuel Pellegrini.

Con una plantilla muy similar a la del año pasado, con algunos retoques en la parcela defensiva, el Betis ha pasado de ser decimoquinto a sexto. Todo en un año, con un crecimiento muy llamativo y con el barniz de un técnico por el que apostaron los dirigentes para revertir la tendencia y que ha dado con la tecla para cambiar situaciones imprescindibles que se venían produciendo desde hace tiempo.

Los diagnósticos eran claros en lo futbolístico. El Betis necesitaba cortar la sangría de goles en contra, que se había convertido en eterno problema, y mejorar la competitividad. El paso complicado no era verlo, sino cambiarlo. A ello se puso manos a la obra Pellegrini que, especialmente desde 2021, hizo de los problemas virtudes para un equipo reconocible.

Comenzaron a llegar las porterías a cero, la solidez defensiva y el Betis aprendió a competir. Un extraordinario ejemplo de lo segundo son los numerosos partidos y puntos que los verdiblancos sumaron hasta en días en los que el fútbol no fluyó y en los que no hubo tanta brillantez. Los verdiblancos aprendieron a ser un conjunto que nunca se iba de los partidos, independientemente de su inspiración, y que esperaba sus momentos para asestar golpes definitivos.

La mano de Pellegrini se notó en la filosofía y los trazos generales, pero también en los pequeños detalles de cada partido. La capacidad del chileno de ver el fútbol y de influir en los encuentros también se evidenció en los cambios ganadores que ha sabido ejecutar en muchas citas. Es mucho más que un cántico de celebración eso de "el Ingeniero tiene un plan".

Otra de las cualidades de Pellegrini, imprescindible en el manual del buen entrenador, es la capacidad de exprimir las mejores cualidades a su plantilla, de cada uno de los futbolistas. Lo hizo para recuperar la mejor versión de Borja Iglesias, o para que los Víctor Ruiz, Miranda, Lainez, Guido, Aitor Ruibal o Rodri aportaran un punto extra y ganaran peso futbolístico.

Desde la naturalidad y el sentido común de sus mensajes, al aplomo y el poso de la experiencia, la influencia de Pellegrini acabó por variar el rumbo para la vuelta del EuroBetis, la denominación que debería ser costumbre por el peso y la fuerza de una entidad que viven con una pasión especial sus aficionados. La sapiencia del chileno fue determinante.

Sería injusto señalar solo a Pellegrini como padrino del éxito de la temporada. Es el principal, aunque no el único. Los picos de Canales, el despegue de Borja Iglesias, la solidez de Emerson y Guido, los momentos de Claudio Bravo, la energía de Aitor Ruibal, el toque de las nuevas incorporaciones, pocas pero eficientes atrás, y la decidida apuesta de los máximos dirigentes de invertir en un entrenador solvente y con currículum por el que apostaron Haro y Catalán. Todo influyó en un Betis con que fue, por encima de todo, obra de Ingeniero.