Nada es casualidad

El paso de la horas de lo sucedido el sábado en La Cartuja, con el título de la Copa del Rey conquistado por el Betis, ofrece una digestión más pausada y reflexiva. Un título celebrado por la afición verdiblanca y deseado con fuerza. Probablemente ahí radique una de las razones más poderosas para que se llegara al punto en el que Miranda hizo explotar los corazones béticos.

Las cosas en la vida, en el fútbol también, no pasan porque sí, ni por casualidad. Sería demasiado simple. Del mismo modo que la razones de las derrotas van mucho más allá que la suerte, necesaria pero complementaria, los éxitos suceden por algo. Ocurrió también con el título copero del Betis, el tercero en su historia, que esconde detrás un deseo y un plan.

Seguramente la ambición, el hambre del Betis de ganar y levantar la Copa fue el pilar de más fuerza en esta ecuación. Se vio en el recorrido durante todo el torneo que dibujó el conjunto verdiblanco, con la determinación con la que se buscó avanzar en cada partido con la mirada en el objetivo final. Desde el propio discurso de los protagonistas que luego se corroboró con hechos. Lo uno sin lo otro no sirve de nada.

Claro que fijarse sólo en esta temporada también podría quedarse corto en el intento de un análisis riguroso. El Betis, desde la misma fuerza de los aficionados que ambicionan títulos y victorias, ha ido perfilando desde temporadas atrás esa idea. Con aciertos y errores en el camino, pero con la mirada fija en esa crecimiento demandado por el alma del Betis, los béticos. Llama imprescindible para que el resto prenda.

Lo dijo Serra Ferrer hace muchos años en una frase que define a la perfección esa idea. El Betis necesita equiparar lo deportivo a lo social, donde durante años y décadas hubo un desfase. Una idea captada por los dirigentes, encabezados por Ángel Haro y José Miguel López Catalán, y que les ha hecho insistir hasta empezar a ver los frutos.

Es evidente que la mano de Manuel Pellegrini es imprescindible en el salto que ha dado el Betis en los dos últimos años. Una apuesta, la de traer al chileno, de los dirigentes y que ha dado ese plus. No vino solo. La sapiencia y la experiencia del técnico han sido claves para el manejo de la plantilla y la gestión de un Betis reconocible y que, ya antes del título, llega conectando con la afición. Primer gran triunfo.

Es verdad que en los dos últimos años el Betis ha ido añadiendo futbolistas claves. Sin embargo, tampoco hay que perder la perspectiva que muchos de ellos -Canales, Fekir, Bartra, Álex Moreno, Guido, William Carvalho...-ya estaban antes. El cambio de rendimiento y la aportación de sus mejores cualidades, que ya las tenían, se lo deben a Pellegrini.

Un plan del Ingeniero fundamental para convertirse, ahora ya tocando plata, en uno de los grandes del banquillo de la historia del Betis. Otra razón fundamental del éxito copero. Éxito con mano de entrenador imprescindible. Luego están los propios futbolistas. Sin materia prima, por mucha hambre o mucho plan de Pellegrini, sería imposible sacar todo lo que viene aflorando el equipo desde enero del 2021.

Una plantilla con roles perfectamente asumidos y complementarios, pero con talento. El fútbol tiene muchos complementos, pero el primero y palmario por encima de todo es el de saber jugar a la pelota. Eso unido a la competitividad, otra de las señas de identidad más acusadas de este Betis, suma para alcanzar victorias, que encadenadas dan títulos u objetivos.

Deseo y plan con varios actores cuya suma ha terminado por dar al Betis un título 17 años después. Máxima felicidad para los béticos que, eso sí, merecen que el intervalo sea infinitamente menor y las conquistas de copas sean más asiduas. Es un avituallamiento no la meta, dijo hace unos días Haro. Celebren, disfruten y a por más. Las cosas nunca pasan por casualidad.