Ni hay rey muerto, ni sucesión monárquica. Magia para largo. Eso es lo que se ha asegurado el Real Betis con la renovación de Isco Alarcón, uno de los mejores regalos posibles para la afición verdiblanca en estas Navidades. Los trucos y rendimiento del malagueño deben tener continuidad en el tiempo, después de la firma del nuevo contrato que une al club y al futbolista hasta el año 2027.
Una renovación ganada en el campo por Isco. Sus últimos años en el fútbol, ya fuera en el Sevilla o en su etapa final en el Real Madrid, sembraban la duda del nivel un jugador con un talento innato e incuestionable, pero que hacía tiempo que no lo ponía con regularidad sobre el campo. Desde el minuto uno esa incógnita quedó despejada con un rendimiento sobresaliente mantenido en el tiempo.
Un total de 23 partidos oficiales disputado -ya estaba a dos de la renovación automática con el Betis-, tres goles y cuatro asistencias. Por encima de eso un liderazgo desde lo futbolístico. Del que sabe de sus cualidades, las expone en el verde y genera confianza en sus compañeros para que lo busquen y le den la pelota. Talento, también sacrificio, al servicio del equipo.
Por eso Isco se ha ganado esa renovación con su capacidad de reencontrarse. Todo sin olvidar en esa ecuación la inestimable colaboración de Manuel Pellegrini, quien ha ayudado a crear ese contexto futbolístico para que la magia florezca. Una relación, entrenador-futbolista, maestro-alumno, de los que se entienden con pocas palabras, pero que hablan el mismo idioma futbolístico.
El nivel de Isco, probablemente en otro contexto de su carrera profesional, le haría ser objeto de deseo y probablemente fichaje para un equipo de nivel top europeo. Claro que el centrocampista es feliz donde siente que se ha reencontrado y el Betis, también con esa capacidad de atrapar como club, de contar con un futbolista de ese nivel tan excelso. En los debates de aficionados béticos se mira a la historia para hacer comparaciones de centrocampistas que vistieron de verdiblanco. Una señal de la dimensión del jugador.
Controles exquisitos, regates en una baldosa, pases geniales al espacio, goles... la capacidad de asombrar y levantar a los aficionados béticos de sus asientos. Magia para rato para el Betis que apostó con lógica por una renovación de un jugador diferente. Bonito, por la estética de sus acciones, pero bueno. Se trata de competir y ganar. Una doble cualidad muy apreciable.