Menos de dos años han pasado del famoso 'amor a Mor' con el que el Celta daba la bienvenida al, ese momento, galáctico Emre Mor. Tanto el club como la afición se frotaban incrédulos los ojos ya que llegaba a Vigo un futbolista que parecía fuera del alcance del cuadro celeste, tanto por repercusión como por precio. Ahora menos de dos años después, Emre Mor se marcha por la puerta de atrás, sin haber dejado apenas unas pinceladas de su juego y siendo noticia por asuntos extradeportivos, su desidia al entrenar y por haber sido apartado por Juan Carlos Unzué y Miguel Cardoso.
De su fútbol, por desgracia, apenas se pueden escribir unas escasas líneas, tan escasas como los 1.408 minutos que ha jugado con la celeste, porque escribir defendido puede que sea insultar la inteligencia del aficionado del Celta. En su primer año dejó algunos detalles, especialmente cuando formó parte de la goleada ante Las Palmas por 2-5 en la jornada 7 de Liga.
👏 Mor xa é celeste 👏#BenvidoEmreMor#amoraMOR pic.twitter.com/M7Zd5EENpt
— RC Celta (@RCCelta) September 8, 2017
Pero Unzué, criticado en ese momento por su discurso sobre Emre Mor, le iba dando pocos minutos mientras en sala de prensa indicaba que al joven futbolista le quedaba mucho por crecer para ser titular en el Celta. Todo el mundo, aficionados, prensa y directivos, se llevaban las manos a la cabeza por el papel residual que le concedía el navarro al segundo fichaje más caro de la historia. El tiempo le dio la razón.
Juan Carlos Unzué terminó, con el permiso del club, apartando a un jugador que apenas se esforzaba en entrenar, que nunca tuvo la más mínima intención de adaptarse ni de aprender castellano para poder integrarse en el vestuario. Sus retrasos eran continuos a medida que avanzaba su adicción al Fortnite, ya que Emre Mor no era el típico jugador fiestero que se perdía en la noche.
Llegó el verano, en el plan del Celta estaba recuperar a Emre Mor. Por ello no resultó sorprendente cuando Antonio Mohamed habló del joven turco por encima de otros jugadores que sí eran importantes en el Celta. Estaba claro que la directiva le había encomendado la misión de reconducir a Emre Mor, por eso hablaba de él, cuando del resto de jugadores no tenía ni idea de quienes eran aún siendo futbolistas internacionales y con una importante cotización.
Mohamed pronto se hartó de ese niño caprichoso que a la concentración de a Toxa se llevaba su ordenador para pasar horas y horas jugando en lugar de convivir con sus compañeros. Un vestuario que no lo rechazaba pero que poco a poco se iba cansando de su pasotismo, de sus continuas 'gripes' y molestias varias.
El 'Turco' le dio minutos en la primera jornada ante el Espanyol, no volvió dárselos hasta la novena. Tampoco faltaron palabras críticas en sala de prensa sobre el trabajo y la implicación del turco. El Celta, su directiva, ya era consciente de la ruina que suponía su contratación y su ficha de estrella, que llegó a ser la segunda más alta de la plantilla solo por detrás de Iago Aspas. Los 1,3 millones de euros limpios por temporada eran una losa importante en el club sumados a los 13 millones que recibió el Borussia Dortmund.
En ese momento, más de un año después de su fichaje era cuando el club reconocía que habían fichado a un jugador con un historial 'complicado' con algunos episodios poco profesionales que confiaban en que se podrían reconducir en un vestuario ejemplar como el del Celta, nada más lejos de la realidad.
Mohamed terminó destituido, llegó Cardoso y con él Emre Mor empeoró. El técnico luso le dio minutos en sus dos primeros partidos para no volver a contar con él y terminar apartándolo por su nula actitud en A Madroa. Emre Mor acabaría entrenando después de que el primer equipo acabase su sesión cada mañana. Llegaba dos horas más tarde a A Madroa y realizaba algunos ejercicios y carrera continua con un preparador sin tener contacto con el resto de sus compañeros.
Cardoso empeoró, incluso, los números de Mohamed, sin duda lastrado por la lesión de Iago Aspas por que terminó despedido. Era el turno de Fran Escribá, un técnico franco y exigente con los jugadores. El valenciano quiso recuperar al turco, era corriente verlos hablar y tras un periodo de puesta a punto Escribá, aún con el Celta en una situación límite, decidió darle algunos minutos. Pero Emre se lesionó y lo que parecía un esguince de un par de semanas terminó siendo un mes, el último de la competición. Sobre esa lesión se llegó a dudar de que el turco no estuviese alargando su reposo para no entrenar al mismo ritmo que sus compañeros.
Emre cerraba su segundo año en Vigo con menos de 500 minutos de juego en los que no aportó nada. El Celta veía como su valor se desplomaba ante la absoluta indiferencia del jugador y su familia, que sabía que le quedaban otros 3,9 millones de euros por cobrar en los tres años de contrato restantes. El club buscó equipos para traspasarlo o, en el peor de los casos, cederlo. La vía de Turquía, donde aún conserva cierto prestigio, ha sido la única posible ante la negativa de Emre Mor de jugar en Francia, Bélgica, Italia o Portugal.
Emre se marcha cedido al Galatasaray en una operación que él mismo estuvo a punto de romper tras negociar a espaldas de la propia agencia que contrató para que le buscase equipo, WBD Capital. El Celta puso todo de su parte y al menos este curso será el Galatasaray el que pague su ficha, ahora reducida a menos de la mitad más objetivos, y abonará un millón por su cesión.
El anuncio de la despedida de Emre Mor del vestuario fue seguido por una explosión de alegría por parte de un celtismo harto de un niño caprichoso, indolente e inmaduro. En menos de dos años el 'amor a Mor' ha pasado al 'amor al adiós de Mor'.