Acaso esta Copa del Mundo FIFA Rusia 2018 resulte un mundial loco. O, al menos, contra pronóstico.
¿Quiénes son los valientes vaticinadores que vislumbraron que Bélgica, Francia, Croacia e Inglaterra serían las cuatro mejores selecciones en 2018? ¿Dónde están esos rara avis?
Tal vez en tómbolas futboleras o en casas de apuestas deportivas puedan dar cuenta de ello. Por mi parte, sólo puedo dar cuenta de reflexiones personales y alguna que otra conjetura alusiva.
Han llegado sólo selecciones europeas, aunque llenas de inmigrantes que el fútbol ha acogido de buen grado y que las respectivas sociedades aún tienen esa acogida como una asignatura pendiente de diálogo político, social y económico.
Allí está Francia dirigida por un francés pero fundamentalmente llevada por abanderados de los banlieues, de los suburbios como son Mbappé, Pogba, Matuidi, Umtiti. Bélgica, con sus propios abanderados –también hijos de la inmigración: Dembelé, Lukaku– y dirigida por un español.
O Croacia, con un entrenador bosnio y con uno de los mediocampos más eficaces de este mundial (Modric, Rakitic, Kovacic), este país que otrora fue parte de aquella construcción política que fue Yugoslavia. Y, por último, la representante del origen del fútbol tal como lo conocemos hoy día: Inglaterra, con un equipo renovado y joven, dirigida por el también inglés Gareth Southgate, el hombre de los elegantes chalecos.
Atrás quedaron los candidatos de siempre: Argentina, Brasil, Alemania, acaso España, Colombia y Uruguay, por distintas razones más propias que ajenas o de contexto y circunstancias. No valieron las fortalezas individuales de Messi, Cristiano Ronaldo, Cavani, Kross, Neymar, Yerry Mina o Andrés Iniesta para marcar una diferencia que zanjó por la cohesión del juego colectivo.
Aquí están las cartas finales: Francia-Bélgica, Croacia-Inglaterra. De estos enfrentamientos saldrán los dos últimos partidos: aquellos que definan, al menos por otros cuatro años, el orden de las cosas presentes en este fútbol.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz