Volvió la Copa del Rey y, con ella, un cierto ánimo renovado para el Athletic Club. Porque es su competición fetiche. Porque tocaba, como una vieja canción.
En cierto modo, el partido de esta noche de miércoles ante el Huesca evocó un cierto cancionero para el Athletic, que venció por 4-0 al conjunto pirenaico. Dos de Aduriz, uno de Beñat (un tiro libre impecable, a media altura y al lado del palo) y otro de Pablo Insúa en propia puerta.
Tocaba como “Resurrección”, de El Último de la Fila: “¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité?”.
El Athletic volvió a jugar como no lo había hecho en sus últimos empates y derrotas ligueras. Acaso no estaba muerto, estaba de parranda o aun de ensoñación.
Tocaba como “Vagabundear”, de Joan Manuel Serrat: “Harto ya de estar harto, ya me cansé / de preguntarle al mundo por qué y por qué”. La afición del Athletic llevaba varios partidos preguntándose por qué se jugaba tan mal, por qué no se marcaba, por qué no surgían los leones, por qué todo. Y hoy el equipo respondió en el campo.
Tocaba como la letra que no tiene música ni es canción, pero sí es como un conjuro. “Salimos a arrollar en los primeros 15 minutos, ¿eh? ¡A arrollar!”, animó el de siempre: Aduriz, a sus compañeros. Parafraseándole, a ganar como si fuera el último puto partido.
Y ahí estuvo el equipo de resurrección: Unai Simón en la portería. De Marcos, Nolaskoain, Íñigo Martínez y Yuri en la defensa. San José, Muniain y Beñat, en el medio. Y Williams, Aduriz y Guruzeta, en ataque. Un 4-3-3 dispuesto por el Toto Berizzo. Y volvieron todos, una noche, en la victoria que faltaba, que se buscaba (no siempre con acierto) y se esperaba. Ojalá sea sólo el comienzo de una buena racha.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz