El Athletic Club tiene una relación extraña con la noche esta temporada: la de sus partidos, la de su potencial descenso, la de sus resultados, la de su rendimiento, la de su proyección.
Al Athletic se le ha hecho costumbre forzada esto de jugar los lunes por la noche: con la del día 10 de diciembre ya sumó 6 ocasiones alusivas
También se le había hecho costumbre –casi callo– aquello de empatar. El Toto Berizzo no encontraba la vuelta entre sus esquemas futbolísticos, sus variantes posicionales, sus deseos de toque y fútbol ofensivo, y la plantilla disponible y hubo de irse, invitado a ello ante la evidencia de los resultados.
En su lugar vino Gaizka Garitano. En lo que fue una suerte de promoción interna, puesto que de dirigir al filial pasó a dirigir al primer equipo. Las urgencias (¡en puestos de descenso!) y el cuño propio movieron a la actual gestión del club a buscar soluciones internas.
Con Garitano llegó un cierto revulsivo, traducido en una victoria por 4-0 ante el Huesca por la Copa del Rey, la competición más querida por el Athletic. Un cambio que, se esperaba, continuara la noche del lunes 10 de diciembre por la décimo-quinta jornada de la Liga, a la que se llegaba en puestos de descenso, con 8 empates y 5 derrotas y una única victoria, la de la primera jornada ante el Leganés.
El partido liguero ante el Girona en San Mamés apuntaba a ser otra costumbre –casi callo– para el Athletic. Porque era el minuto 91 de juego y persistía el empate en cero gracias al VAR, pese al juego del equipo bilbaíno, pese a su esquema tradicional de 4-4-2, pese a sus bandas muy activas y pese a los centros a la espera de la cabeza de un Aduriz o la de un Raúl García iluminados en su veteranía eficaz.
Pese al Girona atrincherado en su defensa y a un Gorka casi irreconocible en la portería visitante: porque, lucido y de noche lúcida, paró balones como nunca antes en su largo paso por el Athletic.
Pero era el minuto 91 y llegó un penalti para el Athletic. El de siempre cogió el balón y se echó la responsabilidad sobre su espalda de 37 años. Lo colocó en el punto de penalti y enfrentó a su viejo camarada de equipo, hasta entonces el héroe de la noche. Dos conocidos en virtudes y defectos frente a frente.
Acaso Gorka esperó el tiro fuerte, certero al centro o al palo de siempre. Pero no. El Zorro perderá agilidad pero no experiencia y optó por la sorpresa: un tiro a lo Panenka. Etéreo, dulce, que pasó la línea de meta y acarició la red.
Fue el deseado, anhelado 1-0 para el Athletic. Su segunda victoria en Liga en 15 jornadas. Se había hecho la noche, pero no aquella noche negra, oscura, lúgubre. Era la noche de Aritz Aduriz y, ya se sabe, “no Aduriz, no party”. Que sea el comienzo de la fiesta athleticzale, pues.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz