Visita al estadio Wanda Metropolitano, en el barrio madrileño de Canillejas. Del Athletic Club al Atlético de Madrid. Como decir de progenitores futbolísticos a hijos futbolísticos -digo, por el origen del club madrileño-.
Las relaciones entre padres e hijos no siempre son buenas, excelentes, nulas o malas. Depende. ¿De qué depende? "De según cómo se mire, todo depende", que cantaban los Jarabe de Palo.
Una interpretación psicoanalítica habla de matar al padre para poder ser. No físicamente, pero sí en el vínculo. Entre el Athletic y el Atlético, el vínculo hace tiempo ya que se ha vuelto muermo.
Los partidos entre los dos equipos rojiblancos son a cara de perro: no hay simpatías ni consideraciones. El encuentro del sábado por la noche por la décima jornada no fue la excepción.
Los dos conjuntos llegaban con necesidades similares: ganar, gustar, convencer; por razones anímicas, motivacionales, competitivas.
Recapitulemos. En la previa, la crónica testimonial del athleticzale Luis Ángel en el estadio aludía a problemas de accesibilidad (¡Esas escaleras!), áreas con juegos para críos (¡Bravo por las familias!), canciones ¿motivadoras? de banda sonora ("Voy cruzando el río / sabes que te quiero / no hay mucho dinero / lo he pasado mal").
Hasta que llegó el partido, el del resultado final de 2-0 a favor del Atlético, que quedó segundo en la clasificación y dejó al Athletic en el puesto 10.
Fue un primer tiempo para el Athletic, con tres grandísimas salvadas de Oblak. Una única jugada de ataque en un rápido contraataque del 'Aleti' terminó en gol de Saúl, ante una defensa athleticzale sorprendida en sí misma. El Athletic tenía el balón y la iniciativa, sí, pero el cerco defensivo atlético comenzaba a forjarse en todas las líneas del campo.
(Vendrían los cambios: Ibai por Córdoba, Aduriz por Williams; como un trámite, más que como una revolución anímica).
Mérito para Simeone. Para Garitano, una vuelta al rincón de pensar: ¿Hay algo que pueda hacerse para mejorar al equipo o éste es el techo y no queda más que aceptarlo y acostumbrarse? Vaya preguntita. La formulo abiertamente porque yo también estoy pensando la respuesta.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz