Cervezas, ruido -mucho ruido-, risas y un buen grupo de amigos reunidos. Así se consigue un nombre ¿mediocre? para un blog. Cuando llegas a casa, lo piensas y crees que no es demasiado bueno, pero por entonces en tu televisión aparece Josep María Bartomeu y sus decisiones en el FC Barcelona. El fútbol como si fuese un videojuego, un presidente tuitstar y una tarde con palomitas fakefooder.
Decía Julio Verne que "un erudito tiene que saber de todo un poco", el problema, amigos, es que no todos somos eruditos, pero todos, alguna vez en nuestra vida, nos lo creemos. En la misma línea, Friedrich Nietzsche, otro que bien se creía erudito, decía que "olvidar nuestro propósito es la forma más común de estupidez" y amigos, por desgracia, del creerse erudito a la estupidez... hay muy poco espacio.
Y a veces somos muy estúpidos. Desde nuestro sofá, delante de la televisión y con cualquier aperitivo de por medio, nos empeñamos en analizar, mostrar las claves y criticar lo que realiza nuestro equipo en el campo. A veces incluso nos atrevemos a escribirlo en twitter, el muro de la libertad.
El problema es que tú eres carpintero, médico o ejecutivo. El que redacta es periodista. Pero otros, con mucha suerte, son directivos, técnicos deportivos y, por encima del resto, hombres de decisiones. Y en dicho cargo una estupidez sale muy cara.
Ernesto Valverde es expulsado -no se marcha- del FC Barcelona tras vencer los dos últimos títulos de LaLiga Santander, con 97 victorias en 145 encuentros y un agradecimiento eterno de los mejores jugadores del mundo. Casi nada.
Pero no sonríe. Su equipo no juega bien (¿qué es jugar bien?) y nosotros, que somos muy listos, muy buenos y muy sensatos, creemos que Messi tiene que jugar más liberado, Griezmann correr menos y, por si fuese poco, conseguimos 185 puntos como entrenadores del Barça en nuestro videojuego. Casi nada.
Josep María Bartomeu destituyó al entrenador que tiene líder a su equipo, al entrenador que su plantilla, a la vista queda, respetaba y admiraba, por una derrota en la Supercopa de España. Esa competición que tan poca importancia tenía a principios de enero. El resto, al menos a mí parecer, es mentira. Si no, Setién no habría tardado cinco minutos en coger un puesto que buscaba "nuevo entrenador hace meses".
Pero no pasa nada. Nos quedará el muro del pajarito y si el experimento de Setién y su currículum sale mal, tranquilos, ahí estará la videoconsola. ¿No, presidente?