Cuando uno empezó en este oficio de masajista en el Málaga era joven y poco experimentado. En aquellos tiempos había algunos jugadores mayores que yo y mucho más experimentados en la vida. Con esto quiero deciros que me comí todas las novatadas de aquella época que uno se puede comer.
En aquel tiempo solíamos viajar mucho en autobús, y cuando íbamos al norte y la economía lo permitía –alguna vez que otra– volvíamos a Madrid en coche-cama, un lujo. Una de las novatadas que nos colaron y colamos con la colaboración de nuestro entrenador de aquella época, era la de encargarle al revisor del tren un televisor portátil para ver ‘Estudio estadio’. Para los jóvenes, deciros que era una época en la que no existían móviles, ni internet y los trenes eran de departamentos pequeños. ¡Imaginaos las caras que nos ponían los revisores al pedir el famoso televisor portátil!
Eran los años ochenta y los jugadores jóvenes y con ganas de divertirse formaban una combinación peligrosa, así que no era de extrañar que más de un novato se encontrara la cama mojada antes de irse a la cama.
Yo también he de confesar que he hecho alguna que otra novatada, y para eso mi mejor compañero ha sido el médico Juan Carlos. Teníamos la costumbre de pasar por las habitaciones antes de dormir y repasar por si los jugadores necesitaban algo. Hubo uno muy joven que venía con nosotros por primera vez, era su primera convocatoria con el primer equipo, así que era carne de cañón. Le dijimos que había que pasarle un control antidoping al día siguiente, así que tenía que guardar la orina de toda la noche en un vaso. A la mañana siguiente, como le prometimos, fuimos el doctor y yo a su habitación. Mientras el doctor le hacía todo tipo de preguntas sobre lo que podía haber tomado yo introduje un palito en su orina y deje caer sales de fruta que llevaba escondidas entre los dedos. Aquella orina comenzó a hacer burbujas, y el jugador al ver aquello con su edad, siendo su primera vez y con aquel efecto que hizo su orina, le cambió su cara agitanada y se puso blanco como el papel. Hubiera confesado haber matado a Kennedy o a Manolete. Evidentemente, aquel chico se rio con nosotros cuando supo el engaño después.
Aún nos reímos los veteranos cuando recordamos la anécdota del que quizás ha sido el mejor imitador de voces que he conocido en el equipo: Luis Merino. Veníamos de haber hecho uno de los peores partidos de pretemporada que recuerdo, en Albacete. Luis se metió en mi habitación y haciéndose pasar por el entrenador que teníamos, Waldo Ramos, comenzó a llamar habitación por habitación y a darle la bronca a cada jugador y a citarlos en la habitación para hablar. Imaginaos cómo venían los jugadores de asustados. Cuando entraban en la habitación eran golpeados con almohadas y nos moríamos de las risas. Aún recuerdo al pobre Palomo Usuriaga (qepd) que decía a su compañero de habitación: “Este me manda para Colombia…”.
En el equipo he conocido todo tipo de bromas, pero las que más han descolocado eran las de la época del ‘Cagón justiciero’. Fue una etapa en que más de uno se encontró un regalo oloroso dentro de una bolsa en su maleta o su taquilla. Recuerdo muy bien el día en el que uno de los jugadores más carismáticos que ha tenido este club, ya siendo secretario técnico me dijo: “Javi, reúne a los chavales en una habitación que vamos hablar de las primas”. Cuando todos estaban dentro de la habitación entró con un turbante al grito del “cagón justiciero” y portando un regalo en una bolsa. Nunca he visto a más gente saltar por las ventanas de un primer piso.
Por las bromas han pasado, como imagináis, todo el que ha compartido vestuario. Recuerdo a Mario Husillos abrir un día el armario de las equipaciones de los partidos del bueno de Pepillo Zambra (qepd) y ponerse a regalar las camisetas, o a aquel entrenador que era alérgico al olor a réflex y radio salil. Así que andaba siempre antes de los partidos con un bote de menta para evitar el olor. Respuesta de mis jugadores: rociar toda la puerta de la enfermería de réflex y así no entraba él.
Lo que peor se ha llevado siempre de las novatadas ha sido cuando el novato o al que se la iban a hacer se ponía chulito. De estas he visto muchas. Todavía recuerdo a un recién llegado de la cantera vacilarle a los veteranos. Respuesta, pelo rapado y atado a un sillón en la recepción de un hotel. O a ese jugador artista del balón de entre todos, quizás el más ‘buscabocas’ dentro y fuera del campo, y al que por su altura todos le decían el ‘Chihuahua’. Se metía en todas las peleas de broma y mientras los grandes lo cogían y lo ataban, lo dejaban más de una vez encima de las taquillas y se iban a entrenar mientras él se quedaba envuelto en vendas y tensoplast.
Como os he contado uno de mis mejores cómplices que he tenido siempre fue el médico. Nos encantaba ver la cara de esos jugadores asustones cuando vas a infíltralos. Juan y yo nos mirábamos, y mientras el jugador temblaba de miedo a la agujas, yo le ponía a Juan Carlos un libro con láminas y fotos por donde tenía que infiltrar y Juan con la mano temblona se acercaba con una jeringa de tamaño descomunal. Más de uno se bajó de la camilla.
Podría contaros muchas más anécdotas y bromas que se han dado, pero hubo un día que el club decidió enviarme con los jóvenes y ese día, al escuchar algunas bromas que después de treinta años comenzaba a volverlas a escuchar y a ver, comprendí que esto se acababa, que el ciclo había terminado.
Javier Souviron fue masajista del Málaga durante casi tres décadas. Actualmente, aparte de su vinculación profesional activa al ciclismo y su pasión por la literatura y la fotografía, es enfermero en el Hospital de la Axarquía. Ahora comparte sus vivencias desde dentro en el blog de ElDesmarque 'El niño que soñó pisar La Rosaleda'.
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Genial como siempre tu artículo. Yo tuve que sufrir en el curso Nacional de Entrenadores en el INEF de Granada a Juan Gómez "Juanito"(qepd) era un "cagon justiciero" muy peligroso. Y otras muchas simpáticas anécdotas y bromas. Saludos.