La historia que me gustaría contaros hoy se desarrolla en 1992, aunque su inicio tiene lugar un año antes...
Vestuario del Ramón de Carranza. Mientras recojo el material del partido lloro, lloro en silencio en un vestuario en el que no se escucha ni una voz. El silencio se interrumpe por una procesión de políticos y directivos. El alcalde de aquella época, Pedro Aparicio, nos va dando la mano a cada uno. No hablo con nadie, mi duelo va por dentro. Hemos perdido la oportunidad de ascender a Primera División por culpa de un penalti y tengo el presentimiento que es el final, el final de un ciclo. Recojo mi botiquín y lloro.
La temporada 91/92 la iniciamos en Sierra Nevada y con malos augurios de los directivos que ya nos anunciaban que habría problemas de cobro. No había dinero y pocas soluciones para cobrar. Así fue, dejaron de pagar y nosotros empezamos a tener serios problemas para poder llevar dinero a casa. Esa temporada empezamos cambiando muy pronto de entrenador, al míster Ben Barek no le dieron oportunidad y fue cesado pronto por la directiva. Entonces tuvimos a José Luis Monreal (qepd), al que tampoco le dieron oportunidad, siendo relevado por Antonio Montero ‘Nene’.
Fue una temporada donde hubo de todo. Ante la situación de no cobrar, se decidió por parte de los jugadores y los trabajadores encerrarnos en el vestuario. Estuvimos un tiempo en el que algunos bares y restaurante nos ayudaban para comer. Los jugadores entrenaban como todos los días del año. Fueron días muy duros en los que solamente veíamos a un directivo por el vestuario para tratar de darnos ánimos y ayudar a más de uno económicamente, yo entre ellos.
En el último año del CD Málaga no cobramos, nos encerramos en el vestuario y algunos bares y restaurantes nos ayudaban para comer
Así llegamos al día del partido contra el Compostela. La situación era insostenible y decidimos todos sentarnos en el centro del campo antes del partido como señal de protesta. El partido lo perdimos, algo que era de esperar dada las circunstancias que vivíamos: descanso en malas condiciones, incertidumbre de futuro, muchos jugadores jóvenes… Toda una temporada de despropósitos. Allí acabó nuestra supervivencia en Segunda División. Pero aún nos quedaba un partido por jugar, y ese encuentro era en Vigo. El club decidió que iríamos en autobús.
Y allí que nos embarcamos en el autobús los valientes que decidieron no lesionarse a última hora y el resto de plantilla con jóvenes y veteranos. Porque debíamos terminar la temporada con dignidad. Nunca olvidaré cuando apareció el único directivo con su cojín para el autobús, el único que había estado ayudándonos: Paco Martín Aguilar. Salimos un viernes de noche hasta Vigo, donde llegamos por la tarde del sábado. Allí unos escuchaban sus viejos walkman, otros veían películas horribles en un viejo vídeo del bus, y cuatro al fondo jugaron a las cartas desde que salimos hasta que llegamos.
Nunca olvidaré cuando apareció en el autobús a Vigo con su cojín el único directivo, el único que había estado ayudándonos: Paco Martín Aguilar
Del partido mejor no hablar. Perdimos 3-0 y con la derrota en la mochila volvimos a Málaga. Al llegar nadie nos esperaba y sólo los abrazos y lágrimas entre los viajeros fue nuestra despedida.
Pepillo Zambrana, con la ayuda inestimable de el ‘Dormío’ y yo, metió el material al vestuario sabiendo que posiblemente fuese el último viaje del Club Deportivo Malaga, como así fue pocos meses después .
Miré al vestuario y vi a Bazán, Cabral, Viberti, Vilanova, Goicoechea, Juanito...
Un viaje que había durado más de 50 años de historia de un club.
Javier Souviron fue masajista del Málaga durante casi tres décadas. Actualmente, aparte de su vinculación profesional activa al ciclismo y su pasión por la literatura y la fotografía, es enfermero en el Hospital de la Axarquía. Ahora comparte sus vivencias desde dentro en el blog de ElDesmarque 'El niño que soñó pisar La Rosaleda'.
- Las bromas y novatadas en un vestuario profesional de fútbol
- Paquito de antidisturbios y la torta a Venables
- Atocha y aquel cambio de Juanito.
- Joaquín Peiró, el señor de los banquillos.
- Paco Cañete, un amante de la vida.
Felicidades por el blog. Quizá sea cierto aquel dicho de 'cualquier tiempo pasado fue mejor'. En todo caso, el tiempo contigo siempre fue especial porque eres una persona excepcional.
Respecto a "El viaje más largo" esa actitud de Paco Martín Aguilar se ha dado varias veces, tanto con el C.D. como con el C.F. Em esos momemtos, para los buenos valen todos, es cuando se demuestra el cariño y la responsabilidad de un gran malaguista y caballero.
Respecto a "El viaje más largo" esa actitud de Paco Martín Aguilar se ha dado varias veces, tanto con el C.D. como con el C.F. Em esos momemtos, para los buenos valen todos, es cuando se demuestra el cariño y la responsabilidad de un gran malaguista y caballero.
Respecto a "El viaje más largo" esa actitud de Paco Martín Aguilar se ha dado varias veces, tanto con el C.D. como con el C.F. Em esos momemtos, para los buenos valen todos, es cuando se demuestra el cariño y la responsabilidad de un gran malaguista y caballero.
Yo era un niño cuando aprendí a querer al Málaga,cuando de la mano de Miguel Alba, masajista del equipo allá por los años cuarenta y vecino de mi casa, me llevaba al campo y no me perdía los entrenamientos del equipo en pretemporada.
Yo era un niño cuando aprendí a querer al Málaga, de la mano de Miguel Alba, masajista del equipo allá por los años cuarenta y vecino de mi casa, uyyycuando me llevaba al campo y no me perdía los entrenamientos del equipo en pretemporada.
Gracias por este pedacito de historia, Javier. Dicen que los que no conocen su historia están condenados a repetirla. No se nos puede olvidar jamás que aquello pasó una vez y, que si no hubiese sido por algunos valientes en el anterior descenso y en este, hubiese vuelto a ocurrir.